India, un actor multialineado

El interesante caso de India, potencia mundial emergente, que opta por una postura multialineada para mantener su autonomía frente a China y Estados Unidos, merece ser analizado. Con conflictos históricos con China en el Tíbet y fronteras Himalayas, el más reciente en 2020, ambos países mantienen tensas relaciones. Narendra Modi, primer ministro indio desde 2014, ha tomado una postura firme ante las agresiones defendiendo la soberanía frente a las intenciones chinas en la región.

India es el país más poblado del mundo, con 1,417 millones de habitantes, superando a China, es la quinta economía con 3.3% del PBI mundial y actúa como importante centro de influencia en Asia del sur. Modi se centró en la privatización y liberalización de la economía, pero la baja inversión en aspectos sociales se traduce en grandes brechas con niveles de desarrollo humano por debajo del promedio mundial. Clasifica como democracia deficiente, con tendencias autoritarias y represión de la disidencia.

Las tensiones fronterizas con China se ven incrementadas por las inversiones en Pakistán, Nepal y Sri Lanka, vistas con recelo por India que teme un realineamiento geopolítico en su contra. El gobierno chino aprovecha las debilidades regionales para acercarse a Asia del Sur con la Franja y la Ruta (BRI), medidas económicas, comerciales, inversiones y conectividad, buscando aislar a India de sus vecinos interviniendo en temas de seguridad, política, cultura, incluyendo la venta de armas y colaboración militar con Pakistán y Bangladesh.

En la última década Asia del Sur ha cobrado gran importancia en la política exterior China, donde tien fronteras con cinco países: Afganistán, Bután, India, Nepal y Pakistán. Pero sus intereses estratégicos con Pakistán son clave en la competencia con India. Con el Corredor Económico China-Pakistán (CECP), presentado en 2015, Islamabad es el mayor receptor de inversión del BRI, destino de más de US$ 65,000 millones entre 2005 y 2022. Este corredor busca conectar el puerto de Gwadar con la provincia china de Xinjiang, permitiendo a China un acceso directo al océano Índico.

Las tensiones en las fronteras son reactivadas periódicamente por China para desequilibrar a India, evidenciando la percepción de Beijing sobre India como un país inferior en el orden jerárquico global. Por ello India se ha visto empujada a buscar alternativas para mantener el liderazgo regional, incluyendo el acercamiento a Washington. La rivalidad con China ha llevado a India a sumarse a Estados Unidos, Japón y Australia a través del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), frente que busca convertirse en contrapeso a la influencia china en Asia-Pacífico. Bajo la administración Trump, India fue invitada al G7, señal de fortalecimiento estratégico con Washington. Por ello, aunque China es el mayor socio comercial de India, intenta reducir su dependencia.

La adhesión al QUAD representa el interés de Delhi por atraer a otros actores en el océano Índico para neutralizar las ambiciones chinas. Se trata de una estrategia para gestionar la presencia de China más que una oposición clara, diferenciando la visión india respecto a Washington.

India, como actor multialineado, tiene una compleja dinámica de rivalidad y cooperación en Asia del Sur. Mientras fortalece sus lazos con potencias democráticas a través del QUAD, maneja una relación de cooperación económica con China como miembro de los BRICS. La postura de Modi ante las agresiones chinas integrándose con otros aliados estratégicos muestra el complejo equilibrio que India debe mantener para asegurar su autonomía estratégica en un entorno cada vez más polarizado.