Javier Agreda

Entre la ficción, el ensayo y el testimonio

Entre la ficción, el ensayo y el testimonio
Javier Agreda
31 de julio del 2015

Sobre la primera novela del narrador y poeta José Carlos Yrigoyen

El escritor José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976) se hizo conocido como poeta hacia finales del siglo pasado. A su primer poemario —El libro de las moscas (1997)— le siguió El libro de las señales (1999), “el poema más ambicioso de la generación del noventa, de una calidad pareja en el millar de versos que lo componen”, según afirmó el crítico Ricardo González Vigil en su libro Poesía peruana. Siglo XX (1999). Sin embargo, después de un par de poemarios más, Yrigoyen pareció abandonar la poesía para dedicarse a la labor editorial y la crítica literaria. Recientemente ha debutado en narrativa con el libro Pequeña novela con cenizas (Planeta, 2015), un interesante relato en el que se mezcla la autobiografía con un ensayo sobre la obra del escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini.

La novela se inicia en uno de los momentos más difíciles de la vida del innominado protagonista. A los 34 años de edad se encuentra desempleado, viviendo completamente solo y aquejado de una “dispersión mental” que le hace imposible leer un libro y hasta ver una película completa. Es entonces que retoma un viejo proyecto personal: escribir un libro sobre Pasolini. Tras un año de trabajo, finalmente se da cuenta de que ese ensayo está íntimamente ligado a su propia historia, la del joven “que en medio del inmanejable desorden de su adolescencia decidió ampararse bajo la figura de Pasolini”. Y a partir de entonces, el relato se bifurca: por un lado el recuento de la polémica obra y escandalosa vida del italiano; paralelamente, el recuerdo de los episodios más dolorosos de la juventud del narrador: las reiteradas golpizas propinadas por el padre, la soledad, los fracasos sentimentales, las adicciones, etc.

Así, la narración se contagia del tono más bien objetivo y reflexivo propio del ensayo. Y el relato de la vida de Pasolini parece enfocarse especialmente en aquellos temas y sucesos que el protagonista vincula con sus experiencias adolescentes. Entre las confesiones que Yrigoyen hace en estas páginas destacan aquellas relacionadas con su propia obra poética: cómo se originó, por qué apeló a un yo poético “homosexual” y, lo más importante, por qué, a pesar de los logros y reconocimientos, abandonó la poesía. “Para quien se condena a vivir entre imágenes las recompensas también son espejismos”, reflexiona finalmente; una conclusión válida tanto para el poeta Yrigoyen como para el cineasta Pasolini.

Pequeña novela con cenizas está recibiendo los más elogiosos comentarios, pero también algunas críticas sumamente duras, como la de Jorge Valenzuela, aquí en este mismo portal de opinión. Se le cuestiona, entre otras cosas, el lenguaje por momentos demasiado ampuloso; y efectivamente, uno siente que sobran algunas palabras, pero es un problema que se pudo solucionar fácilmente con un buen editor de estilo. También se le critica la falta de desarrollo “narrativo”, tanto de los personajes como de las historias, y lo aparentemente inconcluso del texto. A pesar de ello, se trata de un libro original e interesante, un novela valiente y destacable en el contexto de la narrativa peruana actual.

 

Por Javier Ágreda

 
Javier Agreda
31 de julio del 2015

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