Jose Azalde

Entre halcones y palomas

Cambio en el Ministerio de Relaciones Exteriores

Entre halcones y palomas
Jose Azalde
06 de septiembre del 2024


El congresista Cueto lo calificó como “el mejor ministro del gobierno de Dina Boluarte”. Sin caer en la exageración, creo que el (ahora) exministro González-Olaechea proporcionó una dinámica distinta al rol que habitualmente tienen los ministros de Relaciones Exteriores. Podríamos sostener, sin temor a equivocarnos, que el perfil del exministro era el adecuado para estos tiempos.

Luego de una serie de exministros anodinos, la población volvió a percibir que el Perú tiene un rol activo en la política internacional. Por tanto, queda demostrado que el posicionamiento internacional de un país es una clara manifestación de su poder, el mismo que se traduce en influencia, prestigio y cohesión interna. Recordemos, por ejemplo, el rol de un país como Austria (una potencia media) luego de las guerras napoleónicas. Fue Metternich, ministro de asuntos exteriores del Imperio Austriaco, el que diseñó el tablero de la política internacional europea “restaurando el equilibrio” como lo definió brillantemente Henry Kissinger.

No pretendo entrar en las posiciones particulares del exministro que, supongo, representan o encarnan las “ideas” que la señora Boluarte, eventual ocupante del sillón de Pizarro, tiene de las relaciones internacionales. Sobre ese tema, otros analistas más autorizados deberán discutir el impacto y legado de González-Olaechea

Sí considero esencial que, a partir de esta experiencia, recordemos que los estados profesionalizan su servicio de funcionarios internacionales mediante la carrera diplomática y los ascensos por mérito y antigüedad. Pero los diplomáticos son funcionarios, y así los coloquen en puestos de altísimo poder en el orden internacional, no dejan nunca de serlo. Son parte del aparato burocrático que sirve al estado. En ese sentido, la actitud del diplomático siempre se supeditará a los intereses nacionales y a la política que le imprima el gobierno de turno. Pero si existiera un conflicto potencial entre las grandes líneas de la diplomacia de un país (encarnadas en su tradición) y un gobierno que vaya en contra de este norte, el burócrata tratará de velar por la permanencia del estado más allá del gobierno de turno. Y esto debe ser así, ya que el estado representa la estabilidad y el sentido de permanencia, como la dureza de una piedra granítica a través del tiempo. Como dijo alguna vez Frank Underwood: “el poder es el viejo edificio de roca que resiste por siglos”.

Pero sí los burócratas deben mantener la política de relaciones exteriores del país, serán los políticos quienes elaborarán la estrategia en las relaciones internacionales del mismo. Y la talla del político marcará una tradición y un destino dentro de la política exterior En nuestra historia diplomática abundan nombres de enormes estadistas: Francisco García-Calderón, Víctor Andrés Belaúnde, Raúl Porras Barrenechea y Javier Pérez de Cuéllar por mencionar a los más conocidos.

En nuestro país, por tanto, hemos tenido cancilleres diplomáticos netos (los que tienen un perfil de servidor público, cuya calificación de burócrata no debe ser interpretado en sentido peyorativo), cancilleres políticos (como es el caso del saliente González-Olaechea) y alguna rara avis como el embajador José Antonio García Belaúnde, funcionario diplomático de carrera, pero con un alto perfil político.

En este momento, la señora Boluarte debería preocuparse por fortalecer el profesionalismo de nuestro servicio diplomático. En esa línea, veremos cuál será el desempeño del nuevo ministro a quien le deseamos mucho éxito en su gestión. Pero, cuestión importante, tampoco podemos ser ajenos a los problemas del mundo y menos a los asuntos que aquejan a nuestra complicada región. Más allá de las coincidencias con el canciller saliente (celebro el vitalismo sin negar la existencia de discrepancias), me parece importante que el Perú tenga un importante protagonismo a nivel de relaciones exteriores. No creo que el nuevo ministro mantenga el talante activo de González-Olaechea. Creo que debemos esperar un mayor empeño, por parte del gobierno, en vigorizar el esfuerzo en la organización de los próximos eventos internacionales donde el Perú será anfitrión o invitado, así como retomar el impulso de las soslayadas (por los últimos gobiernos) relaciones comerciales. Estaremos atentos.

Jose Azalde
06 de septiembre del 2024

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