Arturo Valverde

El suicidio segun Maupassant

En su cuento “Suicidas”, publicado en 1883

El suicidio segun Maupassant
Arturo Valverde
28 de enero del 2025


“Pienso en el suicidio con agradecimiento”, dijo, en las horas más oscuras, Guy de Maupassant, el escritor francés recordado por sus magistrales cuentos, tanto o más que por la tragedia de sus últimos días, que no debemos dejar de lado.  

De acuerdo a Paul Morand, el cuentista intentó suicidarse en 1891, en lo que el biógrafo francés ha considerado como parte del periodo pre paralítico agudo, caracterizado, a su vez, por hipertrofias olfativas y auditivas, agrafías y convulsiones que deterioraron al cuentista. 

Pero Maupassant se había aproximado años antes a la idea del suicidio a través de sus relatos breves, como el titulado “Suicidas”, publicado en dos versiones diferentes; una primera en la revista Gil Blas, en 1883, y, una segunda versión, en el volumen Les Soeurs Rondoli, en 1884.

En este cuento, el suicidio aparece como la salida a la monotonía que enfrenta Robert, personaje central. Ese mundo que se repite, una y otra vez, empuja fatalmente al suicida al borde la cornisa que divide la vida de la muerte. 

“En otro tiempo fui feliz. ¡Todo me encantaba! Las mujeres que pasan, el aspecto de las calles, los lugares donde vivo: y me interesaba incluso por la forma de mi ropa. Pero la repetición de las mismas visiones ha terminado por llenar mi corazón de fatiga y hastío, como le ocurriría a un espectador que entrase cada tarde en el mismo teatro”, escribe en una carta. 

Pero mientras la determinación de quitarse la vida parece envolverlo como una densa neblina, se abre paso una luz, y esa luz es la amistad. Robert, el suicida, recuerda con nostalgia la amistad de los años juveniles, quizás la edad en que la amistad es un abrazo franco y fuerte, un cigarrillo que se comparte entre dos o tres.

“Pero de pronto un sobre me ha hecho estremecerme. Una caligrafía amplia trazaba mi nombre; y súbitamente las lágrimas han subido a mis ojos. Era de mi amigo más querido, del compañero de mi juventud, del confidente de mis esperanzas; y apareció ante mí con tanta nitidez, con su sonrisa bondadosa y la mano tendida, que un estremecimiento sacudió mis huesos. ¡Sí, sí, los muertos vuelven, porque yo lo he visto!”, dice Robert. 

A partir de ese momento, el personaje de Maupassant es invadido por el recuerdo de su madre hasta volver al momento en que era un niño de siete años. Luego, la vejez le parece “horrible y solitaria, y los achaques próximos y todo acabado, acabado, acabado. ¡Y nadie a mi alrededor!”.

El cuento que inicia, como muchos otros de su estilo, a partir de una noticia en un periódico, y que se desarrolla a través de la lectura de una carta, acaba, tristemente, con lo que podríamos tomar como una reflexión del escritor francés: “Y así es como se matan muchos hombres en cuya existencia se hurga en vano para descubrir grandes penas”.

Arturo Valverde
28 de enero del 2025

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