Jorge Varela
El retorno de Donald Trump al poder
Su ruptura con el ideologismo foráneo
Hace 4 años con motivo de los hechos violentos ocurridos en el Capitolio y de las imperfecciones y fisuras del mecanismo de elecciones estadounidense que permitían dudar acerca de si se había distorsionado la real expresión de la voluntad soberana de miles de ciudadanos, escribí lo siguiente: “¿después de Donald Trump habrá otro caudillo semejante que rompa con todo?, o ¿solo Trump podrá sustituir a Trump? (artículo “Goodbye Mr. Trump, I’ll see you later”. “El Montonero”, 21 de enero de 2021). Pues bien, la respuesta ha sido dada de modo contundente: el caudillo está de regreso.
El regreso
El pasado lunes 20 de enero millones de contemporáneos observaron expectantes la ceremonia de juramento del presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump, quien asumió en medio de un ambiente mundial tenso, agitado por fuertes conflictos y turbulencias bélicas que afectan la vida de los habitantes de varios países y la paz y seguridad de todos los seres del planeta Tierra.
El mundo atraviesa un tiempo tan complejo, duro y oscuro, que cualquier pronóstico positivo o negativo corre el riesgo de no acertar en su proyección y de postergar la aplicación eficaz de soluciones a la diversidad de problemas existentes, ocultando aún más la débil luz del horizonte gris.
No será fácil para Trump
En su trayecto Donald Trump no tendrá la ruta despejada. Basta leer y escuchar los comentarios insidiosos y malintencionados de numerosos medios de comunicación de diferentes lugares del mundo acostumbrados a dictar pautas al gobernante de una de las naciones más importantes del planeta. Son tantos los políticos y miembros de la elite académica que se sienten derrotados en EE.UU., Europa, África, Medio Oriente, América Latina y Asia, que los mismos no estarán dispuestos a renunciar a la defensa de sus ideas e intereses.
La denominada guerra cultural, -política y económica-, expandida sobre Europa Occidental y otras áreas del planeta, más los vértigos que les son consustanciales, generará sismos, réplicas y contrarréplicas estremecedoras. El tiempo que viene no será propicio para espíritus débiles, temerosos hasta de su propia sombra. Si es necesario apretar los dientes habrá que hacerlo.
Se anticipa la concreción inminente de una serie de decisiones verticales emanadas de un gobierno firme, robusto, impetuoso y pragmático que no cederá espacio a sus adversarios para convenir plazos y treguas paralizantes. Ningún crítico podría alegar como excusa que ignora la fuerza y dirección de los vientos que se han originado a partir de la victoria del republicano. Las medidas iniciales puestas en aplicación son coherentes con los anuncios de campaña y corresponden a la plataforma programática de Trump y sus huestes. Además el personaje que ocupa por voluntad popular la Casa Blanca no es un hombre extenuado como John Biden, quien casi terminó convertido en un despojo agobiado por sus decisiones y tropiezos.
La nueva América Grande
Trump ha demostrado ser un mandatario ejecutivo que no estará dispuesto a ceder en la consecución de sus objetivos estratégicos, geopolíticos, económicos o sociales. Su regreso al ruedo nacional e internacional puede ser visto como el de un bisonte (búfalo) que enfrenta las tormentas y no huye, decidido a arrasar con todo lo que se ponga por delante para fortalecer la seguridad nacional, impulsar el crecimiento económico, Imponer aranceles a determinados productos de la competencia extranjera, eliminar regulaciones, avanzar en la expansión tecnológica y territorial, mediante la configuración de un centro de poder inteligente fundado en los grupos tecnológicos, detener la inmigración irregular, poner término a políticas subjetivas de ingeniería social relacionadas con el género y combatir la intolerancia ideológica woke,
Hacia una utopía en tránsito
Las aspiraciones de Trump de crear “una nación orgullosa, próspera y libre”, ha sostenido enfáticamente que “la edad de oro de EE.UU. comienza ahora”, tienen un aroma intenso a reformulación embriagadora, a utopía diferente en tránsito de aplicación.
Es lo que han esperado muchos ciudadanos jóvenes, negros, latinos y blancos que le dieron un respaldo mayoritario sorprendente, porque como ha señalado Steven Levitsky, “decir que los votantes de Trump son autoritarios o fascistas es empíricamente falso” (“¿Quién defiende la democracia?”, entrevista a Levitsky, “Nueva Sociedad”, noviembre de 2024).
Lo que está en juego entonces es la redefinición del rol de Estados Unidos en el mundo, mediante el uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y los avances en el área neurológica y en la exploración espacial, más que el mero ejercicio de un populismo autoritario circunscrito al ámbito interior. El objetivo determinante debiera ser que la inteligencia artificial generativa (IAG) se supedite al servicio del ser por sobre consideraciones especulativas de índole hegemónico-político secundarias.
Un conocido economista-analista ha escrito que el 20 de enero de 2025 “marca el fin simbólico del neoliberalismo global”. “El globalismo se ha convertido en nacionalismo, el neoliberalismo ha pasado a aplicarse únicamente a la esfera económica”. (Branco Milanovic, “Hacia la estación de Finlandia: Trump como herramienta de la historia”, en “Letras Libres”, 14 de enero de 2025)
¿Cómo nombrar a este entramado denso de ideas, visiones y políticas? ¿Hegemonismo valórico?, ¿capitalismo tecnológico?, ¿pragmatismo vertical avanzado?, ¿populismo inteligente?, ¿rupturismo nacionalista?
El citado Milanovic –autor entre otros libros, de “Miradas sobre la desigualdad”– se muestra inquieto por la denominación de esta naciente ideología: “Todavía no conocemos su nombre. Lo que sí se sabe es que representa una ruptura con la ideología que gobernó desde los años ochenta, y seguramente desde principios de los noventa, hasta hoy”.
Lo que se verá pues es un proceso de redefinición del rol de Estados Unidos en el mundo. Aunque exista conocimiento suficiente de lo anterior, todavía hay quienes no se han percatado que las bases estructurales del orden internacional vigente están deterioradas y se requiere de un nuevo ordenamiento. A mayor abundamiento es oportuno recordar a la cofradía de jerarcas progresistas radicales que hace mucho tiempo, pero mucho tiempo, se les perdió la brújula de la racionalidad. Por ello es imprescindible detectar dónde se ha escondido ese monstruo sinuoso y peligroso llamado “poder”; el que deambula contaminado y sin control pervirtiendo los espíritus, las mentes, los espacios gobernantes y las instituciones.
COMENTARIOS