Iván Arenas

El “fascista” y la cancelación

Hoy en la política peruana no existe la posibilidad de acuerdos

El “fascista” y la cancelación
Iván Arenas
29 de mayo del 2024


La palabra “fascista” se ha convertido en el método de cancelación más eficaz. Semejante al sintagma de “derecha, bruta y achorada” (DBA) el adjetivo “fascista” sirve para deslegitimar y desconocer a quién podría ser adversario para convertirlo en enemigo. Las palabras crean realidades, dicen los posmodernos.

El asunto es que la “cultura de la cancelación” ya es parte de los odios en las redes sociales. No hay lugar para la sensatez y la sindéresis; solo es barro y chiquero.

El fascista entonces ya no existe en la discusión sino, como dijimos, en el odio y la virulencia. Pero “fascista” significa todo y nada. A menudo nos remite a los “fasci di combatimento” de Mussolini, un hombre que se reclamaba heredero de la ilustración; de la razón ilustrada. Allí se mete a todos. De modo que un “ultra conservador” es necesariamente un fascista como lo es un nacional socialista. Un creyente en Dios puede ser fascista, como fascista puede ser un liberal económico. Un tradicionalista también es un fascista, tanto como la “derecha, bruta y achorada”

El problema es que la discusión de quién es fascista o no lleva a la nada. A discusiones sin sentido, a la más absoluta antipolítica. La política, todo lo contrario, es el acuerdo y el pacto; pero además es el reconocimiento del otro: no como enemigo, sino como adversario legítimo.

Así, la política peruana se ha convertido en un “imposible antipolítico”. Todos los puentes se han volado y ahora es una guerra de religiones. Piense usted en alguien, en una personalidad que pueda ser un “puente” para grandes pactos y acuerdos de Estado. No hay nadie. Entonces la democracia peruana está en grave riesgo. De continuar con la adjetivación fácil al contrincante entonces no hay nada de espacios para pactos y acuerdos. Ganan los extremos.

En las elecciones presidenciales del 2026, entonces, la guerra de religiones traerá más antipolítica, más adjetivos y menos debate ideológico. El “anti y el pro”. Pero la cultura de la cancelación, hija del wokismo, está allí. Hoy hay un mundo hipersensible a cualquier crítica, base de la razón.

Iván Arenas
29 de mayo del 2024

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