Renatto Bautista
El 4 de febrero que no debemos olvidar
Un intento de golpe fallido contra la democracia venezolana
El martes 4 de febrero se conmemorarán 33 años del intento de golpe de Estado liderado por el entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías, quien posteriormente se convertiría en presidente de Venezuela (1999-2013) e impondría un régimen autoritario que culminó en la designación de su sucesor, Nicolás Maduro Moros.
Desde hace 26 años, el chavismo ha permanecido en el poder y, año tras año, conmemora el fallido golpe de Estado de 1992. Sin embargo, quienes creemos en la libertad y el respeto al orden constitucional debemos recordar que esta asonada representó un atentado directo contra la democracia venezolana. En aquel entonces, el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, elegido legítimamente en diciembre de 1988 con el 52 % de los votos, enfrentó una insurrección que buscaba derrocar un gobierno democrático mediante la violencia.
El 4 de febrero de 1992, los insurgentes, comandados por el hoy oficialista Francisco Arias Cárdenas, tomaron prisionero al entonces gobernador del estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, un destacado dirigente del partido socialcristiano COPEI. Mientras tanto, en Caracas, Hugo Chávez y Diosdado Cabello intentaron tomar el Palacio de Miraflores, sede del Poder Ejecutivo, y La Casona, residencia presidencial, con la aparente intención de asesinar al presidente Pérez y a su familia.
Tal como expongo en mi último libro 100 años de aprismo (ISBN N° 978-612-03-0332-0), este golpe de Estado no fue un hecho aislado, sino parte de una conspiración gestada desde décadas atrás. La influencia de la dictadura cubana de Fidel Castro en la política venezolana se remonta a los años sesenta, cuando intentó derrocar al gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964), fundador de Acción Democrática, el mismo partido que llevó a Pérez al poder. Aunque las guerrillas castristas fracasaron en su momento, ideólogos como Douglas Bravo (1932-2021), entrenado en Cuba por Ernesto "Che" Guevara, fueron clave en la formación ideológica de Chávez. Inspirado por estos preceptos, el entonces militar en activo creó el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, con el propósito de derrocar la democracia venezolana e instaurar un régimen alineado con el modelo cubano.
Desde esta perspectiva, el intento de golpe del 4 de febrero de 1992 no fue una simple rebelión militar, sino la ejecución de una estrategia diseñada y promovida por el régimen castrista, con el objetivo de controlar los recursos de Venezuela tras la caída de la Unión Soviética.
En conclusión, la historia demuestra que los regímenes surgidos de golpes de Estado carecen de vocación democrática y suelen estar marcados por la ineficiencia en la gestión pública. Este fenómeno no es exclusivo de Venezuela; en Perú, por ejemplo, figuras como Antauro Humala Tasso, sentenciado por su rol en el Andahuaylazo, aspiran al poder a pesar de su historial antidemocrático. La lección es clara: en cualquier sociedad que valore la democracia, quienes intentan alcanzarla por vías inconstitucionales no deben ser olvidados ni legitimados.
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