Desastre absoluto

La delincuencia campea, la corrupción se mueve alrededor de muchos funcionarios, el Poder Judicial se muestra ineficiente, la prensa pone presión sobre los puntos en los que tienen intereses, la presidente se arregla la cara, los activistas hacen lobby en la Fiscalía con total desparpajo, mientras los ciudadanos desconfiamos cada vez más de todo cuanto aparecen en pantallas. Anomia total.

Son permanentes las quejas de que las leyes del Congreso no sirven, o son para promover la delincuencia o intereses particulares; pero cuando se “corrigen”, resulta que en realidad no era tanto la norma sino el ministro del Interior quien era responsable de todo lo que pasa. Y si no es él, son los policías, o en su defecto un Ministerio Público donde hay una fiscal que no hace su trabajo, avalada por una congresista pseudo abogada. Porque según la parlamentaria, no se puede aplicar una norma que es inconstitucional, aun cuando ningún juez haya dicho que es así. Desparpajo en su máxima expresión.

De pronto, algunas calles han salido a gritar: “¡Fuera Dina!”, mientras el “grupito de prensa de siempre” con sus representantes del exterior, promociona que haya revuelta este viernes (aunque parece que no hay mucha gente), porque hay que aprovechar que la multitud está harta y seguro logran sacar a Dina como a Merino, antes que convoque a las elecciones. Muy probablemente están pensando en volver a ponernos otro presidente con los votos de nadie.

A leguas se nota que el cargo de Ministro del Interior le queda grande a Santivañez, más si él y su jefa fueron lo suficientemente caraduras como para mantenerlo en el cargo luego del ataque terrorista en la sede del Ministerio Público de Trujillo. Y cuando eso pasó, el premier se hizo el loco, y el Congreso tampoco lo censuró, ¿Por qué creeríamos que eso pasaría hoy día tras el trágico y fatal ataque a una orquesta musical? ¡La ola criminal no para! 

Si algo queda claro de los últimos tres años es que, salvo por las ínfulas dictatoriales de Castillo, la ineficiencia, ineptitud y muy posiblemente la corrupción eran el factor común de todos los miembros de la plancha presidencial de Perú Libre en el 2021. Dicho esto, ¿por qué se quejan aquellos promotores del “No a Keiko”? ¿No es esto lo que pidieron? ¿O es que esperaban poder pescar en el río revuelto en un plazo más corto? Como decía Martha Hildebrandt, ¡ajo y agua!

Por su puesto los ataques están ampliamente diseminados, hay cuota para todo aquel que asome la cabeza para tentar ser presidente. Ya cayeron Cilloniz, González-Olaechea y Añaños, mientras Belaunde Llosa sueña que tiene una opción. Yo creo que ni siquiera llegará a ser un Barnechea 2; peor si sigue teniendo esas reuniones tan poco convenientes. ¡Que se cuide López Aliaga! El éxito de quien trabaja es la envidia de los mediocres.

Las cosas andan tan revueltas, que los abogados más recalcitrantes de la derecha defienden gratuitamente a los líderes de la izquierda más radical, ¿Quién los entiende? ¡Si ese no es su problema, para que se meten! ¡Cerrón no es una santa paloma!

Si Sófocles viviera, de seguro se vendría a Lima a recoger ideas para su próxima tragedia. Eso sí, tendría que guardar sus avances bajo siete llaves, no vaya ser que lo pirateen para montar un reality político con elección anulada y protestas incluidas.

Dejando de lado las ironías, lo único serio que se aprecia hoy en el Perú es la falta de un estadista que sea firme en la aplicación de la ley y la defensa del principio de autoridad. Ojalá y aparezca alguien que al menos tenga esas dos virtudes, porque al Perú le falta alguien que imponga respeto, defienda la institucionalidad y acabe con el circo.