Construir país, no odio entre las personas

En las últimas semanas, agobiados por la muerte de seres queridos, sin poder ir al hospital y sufriendo desempleo, millones de personas han sentido a la vez la desesperación y la frustración. Pero no solo eso, un grupo de nuevos políticos, amparados muchos de ellos en la inmunidad, ha empezado campañas de hostilidad entre las personas, con insultos irrepetibles, amenazas y discursos llenos de odio. Este es un escenario en el que las personas no valemos lo mismo, eso está claro; en el que denigrar u ofender es el argumento que reemplaza la discusión técnica, porque así se “ganan votos o peleas de egos”.

Haber vivido el terrorismo, no tener qué comer con el paquetazo de Fujimori, porque mi papá era provinciano independiente, sin más capital que su ganancia de día a día, son lecciones aprendidas en carne propia que no me hacen ni especial ni diferente, solo humana. A lo largo de mi carrera siempre he trabajado por las causas en las que creo, buscando la mejor manera de servir al ciudadano. No pretendo convencer a nadie de lo que he hecho, pero sí contarles que, como yo, hay cientos de personas que trabajan pensando en cómo mejorar las políticas públicas o la calidad del servicio que se brinda al ciudadano.

Empecé mi carrera trabajando para crear empleo a los jóvenes vulnerables desde el Ministerio de Trabajo. Luego en la creación del área que tendría a su cargo la atención al ciudadano en el regulador financiero; posteriormente en la lucha para fomentar el acceso de la población a servicios financieros asequibles y competitivos. Y ahora estoy defendiendo el derecho de todos los peruanos a acceder al menos a una pensión mínima de jubilación. 

Siempre he luchado limpiamente por lo que yo creo, sin hacer presión ilegal sobre nadie, actuando con honestidad desde el rol que me corresponde. Muchas personas creen, por error tal vez, que yo puedo y no quiero devolverles la plata que miles han aportado a las AFP; que puedo y no quiero cambiar las leyes; que me “lleno los bolsillos con la plata de los afiliados” y que soy parte de una “mafia articulada para robarle la plata a los trabajadores”. Déjenme decirles que están totalmente equivocados. Los trabajadores de las AFP, esas que algunos odian, tienen que soportar que se les insulte y se les acuse falsamente como “ladrones de la plata” de millones de peruanos. 

No voy a responder a esa campaña de odio con odio. Solo diré que hoy cerca de seis millones de personas están retirando parte de su ahorro, fruto de su esfuerzo, que depositaron en su AFP durante años. Hoy ese dinero, el dinero de los afiliados, les servirá para afrontar sus necesidades de corto plazo. A diferencia, en la ONP no pueden disponer de un sol y ni hablar de aquellos a quienes se les retuvo el dinero para el Fonavi y tuvieron que luchar años para que se les devuelva parte de sus aportes.

El debate de la reforma de pensiones hoy está a cargo de los responsables de conducir al país: el Congreso y el Ejecutivo. No soy congresista ni ministra, ni hago lobby, ni pido favores para nadie. Trabajo igual que ustedes, 24x7 para atender necesidades de miles de afiliados, porque hoy me toca servir al ciudadano desde esta plataforma. 

Más que insultar, se trata de hacer. Ese es nuestro deber y para eso se necesita humildad para entender que el diálogo constructivo debe hacerse priorizando escuchar al ciudadano y garantizando que la reforma de pensiones sea sostenible fiscalmente a largo plazo.