Miguel A. Rodriguez Mackay

Conflicto palestino-israelí podría irse de las manos

El mundo exige una solución pacífica de las controversias

Conflicto palestino-israelí podría irse de las manos
Miguel A. Rodriguez Mackay
09 de octubre del 2023


El reciente sorpresivo ataque del último fin de semana realizado por Hamás, grupo terrorista que controla el territorio palestino de la Franja de Gaza, sobre el Estado de Israel, causó –al cierre de esta columna– más de 300 muertos y miles de heridos israelíes (por la reacción, no son menos los palestinos en Gaza). A nadie se le podría ocurrir que Israel se quedaría de brazos cruzados, más aún si precisamente este país ha ganado fama en el mundo de ser entre los pocos que cuenta una alta sofisticación y performance en asuntos de seguridad y defensa.

La primera verdad que no puede evadirse, entonces, es que Hamás, ha sorprendido a Israel que, esta vez, no pudo neutralizar o frustrar su execrable cometido. El certero ataque deberá poner en escena una revisión exhaustiva de los planeamientos y procedimientos de inteligencia israelíes.

La segunda verdad es más compleja, pues la reacción de Israel no escatimará en represalias en el tamaño de lo que su Gobierno ha calificado como “un estado de guerra”. Y el temor que surge, en consecuencia, es que la reacción israelí, quizás de mayor en intensidad que la cólera de Aquiles, podría irse de las manos y desatar una conflagración bélica mayor o más extendida, que podría comprometer la participación de otros actores, sobrepasando el puro escenario bilateral, es decir, el marco exclusivamente israelí-palestino.

Aunque estas reflexiones todavía deberán tener nuevos desarrollos en los días que siguen, y mirando la escalada del problema, no hay que hacer prognosis para alentar el conflicto, sino para analizarlo en su real dimensión, mirando los escenarios que se avizoran. Lo que sí debemos decir con total objetividad –es conocida mi postura del derecho de Palestina de recuperar los territorios ocupados por Israel luego de la denominada Guerra de los Seis Días del junio de 1967, y de Israel de vivir en paz sin tener que padecer de la demencial e injustificable acción del extremismo islámico que es lo mismo que del terrorismo que, por ejemplo, hoy estamos viendo por parte del Hamás–, es que Palestina cada vez se ve más dividida e inmanejable en su unidad como Estado que por cierto le costó y mucho conseguir: primero, Organización para la Liberación de Palestina (OLP), luego, Autoridad Nacional Palestina (ANP) y, finalmente, Estado de Palestina.

El gobierno de Ramala, que es quien dirige los destinos de Palestina como sujeto del derecho internacional en Cisjordania -aún no es miembro pleno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y debería serlo-, ha perdido completo control de los territorios palestinos de la Franja de Gaza. En realidad, esta verdad comenzó en 2006 cuando el Hamás ganó las elecciones legislativas palestinas y por tanto, el poder en Gaza, y el gobierno de Mahmud Abás, el sucesor de Yasser Arafat, perdió el poder que todavía se tenía sobre ese espacio.

La realidad referida en el párrafo anterior confirma que Palestina no presenta condiciones mínimas y serias como para abordar diplomáticamente los puntos fundamentales de una negociación con Israel sobre el problema central que es -repito- el asunto de los territorios ocupados y la paz que Israel demanda de los árabes. Así las cosas, lo que veo en adelante es un nuevo escenario encarnizado por Israel y Hamás.

Aquí, en Nueva York, en la ONU, veo mucho movimiento desde el último sábado pues Brasil, que preside el Consejo de Seguridad –el órgano de la ONU que tiene la facultad de decidir medidas de seguridad colectiva y que podría considerar incluso el uso de la fuerza–, acaba de convocar a una reunión de sus quince miembros, es decir, los cinco permanentes: China, Estados Unidos de América, Francia, Reino Unido y Rusia, y los otros diez no permanentes, que lo integran, además de Brasil, diversas naciones del mundo, en forma alternada: Albania, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Ghana, Japón, Malta, Mozambique y Suiza.

La tarea del Consejo, a mi juicio, deberá estar concentrada en evitar precisamente que se produzca una diseminación del conflicto. Por ejemplo, es conocido que Irán ha venido suministrando apoyo militar y logístico al Hamás y que Líbano, donde actúa el grupo terrorista Hezbollah, cierra filas a ciegas con el Hamás. Pero, junto al Consejo de Seguridad, creo que la Liga Árabe debería también reunirse con el objetivo de evitar a cualquier precio una escalada mayor del conflicto.

En los últimos años el marco de normalización de las relaciones de Israel con los países árabes ha sido muy importante y creo que lo avanzado debería servir de soporte para frenar la espiral en Medio Oriente que muchos con razón temen. El mundo árabe deberá contemplar con objetividad los grandes avances realizados para alcanzar estándares idóneos con Israel que antes ni siquiera había y eso debería ser ampliamente valorado. La actitud del Hamás atropella seriamente esta vocación pacifista de los países árabes que han venido recuperando espacios de interacción con Israel y francamente no veo a estas alturas de la difícil coyuntura el cierre de filas que los caracterizó en el pasado a la luz del conocido panarabismo que ya no existe.

Frente a los inmediatamente indetenibles episodios de virulencia armada que penosamente todavía vamos a ver entre Israel y Palestina, corresponderá que la diplomacia haga su trabajo para evitar el desenfreno de una conflagración bélica mayor. El problema palestino-israelí no es un asunto menor mirando el Medio Oriente y quienes así lo crean se equivocan. Tampoco es un asunto religioso como erradamente se ha creído cuando surge el debate acerca del destino del control político de Jerusalén, que es considerada central y relevante para el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, las tres religiones monoteístas de la sociedad internacional que aparecieron en ese orden en la agenda religiosa de la humanidad. 

Este es un problema que deberá abordarse en el marco de las condiciones que –repito– hoy no existen para una solución negociada con la tolerancia que hoy tampoco existe. La condena abrumadora del ataque de Hamás sobre el territorio de Israel, confirma una realidad: el mundo exige una solución pacífica de las controversias, que es la norma de ius cogens. Es decir, unimperativo categórico de cumplimiento obligatorio, como fuera prefigurada en la tesis kantiana, ella suya por el derecho internacional, volviendo a la solución pacífica una obligación jurídica de lo contrario, todo acto conseguido por el uso de la fuerza seguirá siendo proscrito por el derecho internacional. Por tanto, nada justifica su uso como medio para alcanzar la paz y esto último deberán tenerlo muy presente palestinos e israelíes.

Miguel Ángel Rodríguez Mackay

Exministro de Relaciones Exteriores del Perú. Profesor de Política Exterior y de Seguridad Internacional en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos – Escuela de Ciencia Política

Miguel A. Rodriguez Mackay
09 de octubre del 2023

NOTICIAS RELACIONADAS >

A 27 años de la exitosa operación Chavín de Huántar

Columnas

A 27 años de la exitosa operación Chavín de Huántar

Luego de cuatro años de haber sido encarcelado Abimael Guzm&aac...

22 de abril
El caso de Sudáfrica contra Israel

Columnas

El caso de Sudáfrica contra Israel

Los días jueves 11 y viernes 12 de enero volvió a la ret...

14 de enero
Javier Milei y su liberalismo resiliente en el siglo XXI

Columnas

Javier Milei y su liberalismo resiliente en el siglo XXI

El contundente triunfo electoral de Javier Milei en Argentina, que lo ...

24 de noviembre

COMENTARIOS