¿Cómo recuperarse de una caída de 40% del PBI?

Las decisiones económicas que se han tomado en estos meses sin duda tienen costos altos que como sociedad tendremos que afrontar en los próximos años. Podríamos discutir si la decisión fue la más adecuada y establecer hoy muchas potenciales respuestas, mejor equipadas sin duda. No obstante, una caída del 40% del PBI y los estimados de pérdida de empleo de entre tres y cinco millones, a nivel nacional son alarmantes por el impacto de cortísimo plazo; y además porque afectan la senda de crecimiento económico a largo plazo. Y con ello el PBI potencial, una situación que debemos enfrentar a fin de mitigar los impactos en la productividad y en la actividad económica.

Con el objetivo de mirar el tema de fondo, creo que es importante entender que hoy nos estamos gastando los ahorros que como peruanos hicimos en los últimos 30 años. Tanto los S/ 7,000 millones que ha entregado el Gobierno en la forma de bonos a las familias como los cerca de S/ 30,000 millones del dinero ahorrado para la jubilación y los casi S/ 5,000 millones CTS los vamos a destinar a consumo presente, lo cual amortiguará el impacto de la caída, de manera temporal.

No obstante, el ahorro interno, producto del retiro de fondos de pensiones y uso de CTS, se contraerá en 20%, afectando nuestra capacidad de crecimiento económico a largo plazo. No es lo mismo vender tu casa para pagar deudas, que recibir subsidio estatal temporal para sobrevivir, sin liquidar tu activo. Claramente no es lo mismo deshacerte de tu ahorro para la jubilación, que mantenerlo y lograr que crezca hasta el momento en que ya no tengas las mismas capacidades de hoy para trabajar.

Más allá de eso, ese dinero en nuestros bolsillos hará que sintamos un alivio pasajero. Pero en la medida que lo gastemos en consumo corriente y que no recuperemos nuestra capacidad de producción y comercialización con el resto del mundo, no estaremos generando valor. El ahorro, materia prima, para la inversión en proyectos que contribuyan a la generación de empleo productivo, se estará viendo en constante amenaza.

Se trata entonces de que el Estado demuestre agilidad y claridad en el gasto público y que promueva la inversión privada en proyectos de gran envergadura. Y para ello se requiere estabilidad jurídica a largo plazo e instituciones eficientes y eficaces, así como mercados competitivos y flexibles.

De acuerdo con Bart van Ark, Ewout Frankema and Hedwig Duteweerd en Productivity and Employment Growth: An Empirical Review of Long And Medium Run Evidence, “el factor crítico para propiciar el crecimiento de la productividad en el mundo occidental ha sido la combinación simbiótica de inversión en capital humano y físico y progreso tecnológico, que empujó el ingreso per cápita para la gran mayoría de las poblaciones en estas economías mucho más allá de los niveles de subsistencia”. 

Es claro entonces que el Gobierno puede lanzar un programa de apoyo al empleo temporal, cosa que ya ocurrió en nuestro país en los ochenta. Pero de ninguna forma puede reemplazar actividades de carácter permanente, en las que el Estado y el sector privado deben invertir para construir la infraestructura que nuestro país demanda hace años, y cuyo déficit bordea los S/ 160,000 millones. Este gasto incluye la construcción de redes de caminos, puertos, aeropuertos y centrales hidroeléctricas, entre otras. Y es la clave para el desarrollo de proyectos mineros, acuícolas y de agroexportación que posibiliten la diversificación productiva y la generación de empleo masivos. Estos últimos podrían sumar más de S/ 100,000 millones en los próximos 10 años.

De acuerdo con Bart van Ark, en una economía de mercado los principales instrumentos de política disponibles para promover un crecimiento más rápido consisten en alentar a las empresas privadas a encontrar nuevas posibilidades para hacer negocios y crear más oportunidades de empleo vía:

1. Modificación directa de los costos y beneficios de las decisiones de inversión a través de impuestos o legislación de diferentes tipos. 
2. Cambios en las instituciones que condicionan la toma de decisiones del sector privado. Por ejemplo, el alcance de competencia en los mercados; los niveles y tipos de habilidades producidas por los sistemas de educación y formación; las formas institucionales de apoyo a la investigación; la inversión en infraestructura de transporte; y la legislación que rige los mercados de trabajo y financieros.

De esta tremenda crisis económica y social, tenemos que salir adelante; pero rehaciendo las instituciones y logrando un trabajo armónico entre los organismos públicos y las empresas privadas. Urge que cada gobierno regional trabaje de la mano con el sector empresarial de cada zona, a fin de generar mecanismos novedosos y realistas que permitan crear puestos de trabajo en los que las personas tengan acceso a seguridad social. Y en los que las empresas pequeñas cuenten con acceso a mercados financieros e innovación, a fin de ser competitivas. 

Tenemos que erradicar la cultura de la informalidad y reemplazarla por un esquema en el que los ciudadanos sientan los beneficios del pago de impuestos en las carreteras y postas que pueden usar. El cambio debe venir esta vez de cada localidad y región, con autoridades adecuadamente capacitadas en gestión y absolutamente honestas. Hasta que el cambio se vuelva sistémico, pues las políticas del Ejecutivo y del Legislativo deberán adecuarse a las micro realidades, que se irán convirtiendo en macro si lo bueno se contagia y lo malo se elimina para siempre.