Javier Agreda
Basho: Sendas de Oku
Uno de los libros fundamentales de la literatura japonesa
Considerado uno de los clásicos de la poesía japonesa y el mayor maestro en el arte del haiku, Matsuo Basho (1644-1694) nació en Ueno y fue hijo de un samurai al servicio de una de las más poderosas familias de esa ciudad. Desde joven se dedicó a la poesía, primero en Ueno, después en Kioto y desde 1672 en Edo (hoy Tokio) donde se integró a la escuela del maestro Soin. Paralelamente a su aprendizaje literario, se inició en la meditación y ascetismo del budismo Zen. Por eso realizó varias peregrinaciones, viajando como un monje que visita los templos más recónditos de su país. La más importante obra de Basho, Sendas de Oku (Oku no Hosomichi), relata precisamente una de esas peregrinaciones, realizada en la primavera de 1689.
Dos años duró aquel viaje, de los cuales Basho narra sólo los primeros seis meses en medio centenar de textos breves, de apenas una o dos páginas. En cada uno de ellos el poeta da la impresión de estar simplemente reuniendo apuntes sueltos; pero en realidad se trata de rigurosas composiciones que siguen los principios estéticos propios del arte japonés tradicional: simplicidad, sutileza, capacidad de sugerencia. Así se logra armonizar y dar unidad a elementos tan diversos como descripciones de paisajes, animales y plantas (naturaleza); las menciones a tradiciones, sucesos y personajes históricos de los lugares visitados (cultura) y también los poemas (haikus y rengas) que el propio Basho va escribiendo a lo largo del viaje.
En uno de estos textos Basho describe un templo ubicado en un paraje especialmente aislado y silencioso: “Un hacinamiento de rocas y peñas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos...”. La descripción concluye con un haiku. “Tregua de vidrio/ el son de la cigarra/ taladra la roca”. Este poema fue interpretado por el gran poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, quien explica la relación entre paisaje y poema: “Basho opone, sin oponerlos expresamente, lo material y lo inmaterial, lo silencioso y lo sonoro, lo visible y invisible “. Lo sonoro invisible (el canto de la cigarra) atraviesa lo visible silencioso (la roca), y la imagen poética describe tanto al templo en su contexto geográfico, como la espiritualidad de sus ocupantes en un medio tan inhóspito.
Paz fue el primero en traducir –en 1957 y con la colaboración de Eikichi Hayashiya– el texto completo de Sendas de Oku a un idioma europeo. El propio poeta mexicano ha ido corrigiendo y mejorando su versión en las posteriores (1970 y 1981) reediciones del libro. En el Perú la traducción de Octavio Paz fue publicada en el 2003 como parte de la colección El manantial oculto, que editaba el rectorado de la Universidad Católica. En ese libro se incluyó como prólogo el ensayo “La tradición del haiku”, en el que Paz hace un recuento de la historia de este género poético y su influencia en la literatura occidental. A este ensayo se sumaba otro del mismo Octavio Paz dedicado a “La poesía de Matsuo Basho”, en el que estudia en detalle un importante número de poemas del escritor japonés.
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