Aumenta la inflación

“La mejor forma de predecir el futuro es crearlo”, decía Abraham Lincoln. Sin embargo, esta afirmación parece lejana de aplicarse en el contexto del actual Gobierno peruano, cuya gestión, según la percepción mayoritaria de la población y diversas encuestas de opinión, carece de credibilidad, eficiencia y transparencia. Esto es particularmente evidente en las proyecciones sobre la inflación, las cuales se ven afectadas tanto por factores internos como por un contexto económico y geopolítico externo adverso, además del impacto del cambio climático.

Como sabemos, la inflación es el incremento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía durante un periodo de tiempo. Generalmente, se mide a través del índice de precios al consumidor (IPC), que incluye tanto componentes permanentes como transitorios.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), “al mes de agosto del presente año, el Índice de Precios al Consumidor a nivel nacional creció un 0.31%, con una variación acumulada de 1.85%, y en Lima, de 2.10%”. Estos datos fueron presentados en la nota de prensa publicada el 1 de septiembre en su página web.

Es probable que superemos el rango meta de inflación proyectado para 2024, estimado en 3%. Esto se debe a que las causas de la inflación actual no son simplemente coyunturales, como la especulación en productos específicos (por ejemplo, el ajo en mercados minoristas), sino que responden a factores estructurales que no pueden revertirse en el corto plazo.

El origen de la inflación que afecta a los peruanos se vincula en gran medida al adverso contexto económico y geopolítico global, dado que la inflación mundial tiene repercusiones a nivel local. La dependencia de Perú de las importaciones de productos esenciales, como cereales y combustibles, incrementa nuestra vulnerabilidad. Los precios de estos bienes han mostrado una tendencia volátil con proyecciones de continuar en alza, sin expectativas de disminución en lo que queda del año.

Otro factor importante es el escalamiento de los conflictos regionales, con la posibilidad de una expansión hacia una guerra global. Ejemplos de esto son el conflicto en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio, específicamente entre Palestina e Israel, que han derivado en acciones militares en El Líbano, Siria, Irak, Irán y Yemen. Estos eventos tienen un impacto significativo en la economía mundial, y, por ende, en la nuestra.

A nivel interno, enfrentamos problemas bien conocidos como la corrupción, tanto en el sector público como en el privado, la creciente inseguridad ciudadana y el cambio climático. Este último ya está afectando nuestro país con fenómenos como el friaje y las lluvias, que ponen en riesgo cosechas por las heladas y causan interrupciones en las vías de transporte terrestre. Dado que las medidas preventivas son precarias, es difícil predecir si podremos alcanzar el rango meta de inflación.

En este contexto, es necesario un cambio en la dirección del país para fomentar el emprendimiento y las inversiones del sector privado. Además, debemos mantener una postura neutral frente a los bloques económicos y militares antagónicos, con el objetivo de atraer inversionistas de cualquier parte del mundo, considerando el complejo escenario externo.

Por último, los ciudadanos deben tener en cuenta que el mundo ha cambiado y no hay vuelta atrás: vivimos en un escenario multipolar. Por ello, es esencial desarrollar una buena cultura financiera para gestionar adecuadamente los recursos económicos. Se avecinan tiempos más difíciles, y debemos estar preparados para enfrentarlos.