Javier Agreda

Andrés Caicedo y “Noche sin fortuna”

La novela póstuma del mítico escritor colombiano

Andrés Caicedo y “Noche sin fortuna”
Javier Agreda
21 de junio del 2021


Todo un mito de la cultura colombiana de los setenta, el escritor y cineasta
Andrés Caicedo (Cali, 1951) afirmó alguna vez que vivir más allá de los 25 años era una vergüenza y, consecuente con esas palabras, en marzo de 1977 puso fin a su vida con 60 pastillas de seconal. Antes había desarrollado una obra sorprendentemente abundante y precoz: a los quince años ganó un premio por el drama “La piel del otro héroe”, y a los 18 su relato “Los dientes de caperucita” obtuvo el segundo premio en un concurso latinoamericano de cuento. Participó activamente en grupos de teatro, fundó cine clubes y escribió guiones, pero su gran pasión fue la literatura, la narrativa. Y hasta poco antes de su muerte trabajó en la escritura de la novela Noche sin fortuna, que sería publicada póstumamente y que de alguna manera resume toda su obra.

La narrativa de Caicedo nos remite siempre a la ciudad de Cali, a sus calles y plazas, y a un universo de adolescentes, con sus fiestas, pandillas violentas y amores inocentes o perversos. Noche sin fortuna narra las aventuras de Patiño Solano la noche que asiste a su primera fiesta, los quince años de su amiga Angelita. Solano, su nombre lo anuncia, es un joven solitario y marginal, enfermizamente tímido, que busca el apoyo de un compañero de escuela, Danielito Bang. Poco a poco las situaciones van pasando de lo cotidiano a lo grotesco y por último a lo macabro, a un horror en gran medida tributario del de Poe y Lovecraft. La noche de fiesta acaba con una serie de sangrientos asesinatos y actos de canibalismo.

Novela sobre jóvenes y escrita en el lenguaje que hablan esos jóvenes, no podemos dejar de compararla con la serie de libros similares, pero ambientados en Lima, que se publicaron en los noventa, desde No se lo digas a nadie de Jaime Bayly hasta Nuestros años salvajes de Carlos Torres. Y aunque hay algunas coincidencias, frente al realismo radical de los limeños, Caicedo muestra un más sólido trabajo de ficcionalización. Los lugares pueden ser reales, pero tienen algún detalle que los “desrealiza”, como ese punto absolutamente oscuro en medio de la luminosa Plaza Sears. De igual manera están construidos los personajes, y el lector puede tomar como naturales la inseguridad y manías de Solano, pero la relación con la madre o su proclividad por lo excrementicio, no pueden dejar de parecer extrañas.

Tanto los lugares, los personajes y las situaciones de esta novela están más relacionados con la fantasía del autor, con sus temores y obsesiones más íntimos. Casi podríamos decir que forman parte de una saga mitológica personal que Caicedo dio a conocer a lo largo de toda su obra. En la edición de la novela que hemos leído se incluyen, como anexos, dos textos en los que el autor profundiza en Danielito y Antígona, la pareja que al final de la novela protagoniza un sangriento acto sexual. Pero ambos figuraban, junto con Angelita y Solano, en el libro de cuentos Angelitos empantanados, escrito en 1971 y publicado en 1977. Y la mencionada escena final está ya descrita en "Los dientes de caperucita" (1969). El vínculo intertextual es tan fuerte que algunos detalles de la novela (la mancha en el vestido de Angelita, p. e.) sólo son explicados a partir de la lectura de los relatos.

La crítica ya ha interpretado qué hay detrás de estos personajes misteriosamente arquetípicos. Se ha afirmado que la Antígona de esta novela es “una especie de metáfora de la mujer destructora y a la vez portadora de placeres”, la “vagina dentada” de que hablan los psicoanalistas. Y el crítico y poeta Juan Gustavo Cobo Borda, sin dejar de reconocer algunos problemas formales en la narrativa de Caicedo, encuentra que su fuerza “no reside en el desvarío de la alucinación sino en el peso reprimido de su contención: la demencia como fruto del rigor”. Demonios personales y rigor literario, características esenciales para la formación de un verdadero escritor, algo que sin lugar a dudas fue Caicedo.

Javier Agreda
21 de junio del 2021

NOTICIAS RELACIONADAS >

Cristina Rivera Garza, Premio Pulitzer 2024

Columnas

Cristina Rivera Garza, Premio Pulitzer 2024

Los escritores latinoamericanos tienen cada vez mayor presencia entre ...

16 de mayo
Baumgartner: el testamento literario de Paul Auster

Columnas

Baumgartner: el testamento literario de Paul Auster

Hace unos días murió Paul Auster (Nueva Jersey, 1947), u...

10 de mayo
Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Columnas

Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Hace exactamente un siglo, el 13 de marzo de 1924, nació en Lim...

11 de abril

COMENTARIOS