Algunas novedades desde Cartagena

Sobre el origen de los dos principales sistemas de pensiones

El fin de semana pasada tuve la oportunidad de asistir al X Seminario Internacional de Asofondos, evento en el que participaron académicos colombianos, funcionarios públicos, representantes de la empresa privada, congresistas y el presidente Juan Manuel Santos. Fueron dos días de intensa discusión respecto a los avances y retos en materia de reforma de pensiones; pero sobre la base de un diálogo alturado y democrático, con ideas y sin insultos.

Es cierto que cada país enfrenta sus propios problemas, y Colombia tiene uno muy difícil, como es la reintegración de los ex guerrilleros al sistema. Pero al igual que nosotros tiene una población informal, corrupción y pobreza, además de una alta dependencia de los mercados internacionales.

Hay que reconocerle a Colombia, y lo vengo diciendo durante una década, el respeto a las instituciones y a las personas, el diálogo alturado y constructivo entre colombianos, y que son ellos los que lideran sus reformas. Pueden invitar al BID, Banco Mundial o CAF, pero los colombianos han construido un elevado nivel de institucionalidad y una calidad profesional que los hace capaces de asumir el reto de construir sus propias reformas.

Es por ello que extraigo unas frases de mi querido amigo Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, que vale la pena leer y compartir:

El primer esquema formal para cubrir el riesgo de la vejez comenzó en 1744. Dos pastores protestantes, Alexander Webster y Robert Wallace, decidieron establecer un fondo de seguro de vida para proporcionar pensiones a las viudas y huérfanos de los pastores muertos. Propusieron que cada uno de los pastores aportara una porción de sus salarios al fondo, que invertiría su dinero de forma que, sin un pastor moría, su viuda recibiría los dividendos de los intereses del fondo, lo que le permitiría vivir confortablemente el resto de su vida. Para predecir cuántos pastores morían por año, cuántas viudas y huérfanos dejarían y cuantos años sobrevivirían las viudas a sus maridos, contactaron a un profesor de matemáticas de la Universidad de Edimburgo, Colin Maclaurin, quien utilizó los descubrimientos de la ley de los grandes números de Jakob Bernoulli y las tablas actuariales, publicadas 50 años antes por Edmund Halley, el mismo del cometa Halley. Este fondo existe hasta la actualidad y es uno de los mayores fondos de pensiones y seguros del mundo, con activos superiores a los 100,000 millones de libras esterlinas.

Casi un siglo y medio después, en 1881, el conde Otto von Bismarck creó en Alemania un sistema de pensiones bajo una concepción diferente, el llamado sistema de reparto (ONP en Perú). En este sistema —que a diferencia del escocés, fue estatal— los trabajadores actuales financian con sus contribuciones las pensiones de los jubilados del presente, por lo cual separa, a nivel individual, la conexión entre contribuciones y pensiones, y entre esfuerzos y beneficios. El derecho a pensión se obtenía a los 65 años, pero la esperanza de vida al nacer era de solo 45. Por eso este sistema se diseminó por toda Europa, porque proporcionaba enormes recursos al naciente Estado alemán para expandir su poderío político y económico.

El fin de la reforma de seguridad social es que el ciudadano sea el primer y último beneficiado. Y eso supone escuchar sus necesidades y, de manera tolerante y democrática, congregar a todas las sangres políticas, académicas, empresariales y ciudadanas para construir un esquema de pensiones, acceso a salud y seguro de desempleo para todos los peruanos.

Giovanna Prialé Reyes