Renatto Bautista
Acción Popular, corrupción y demagogia
Recordando el segundo gobierno de Belaunde (1980-1985)
Un sector de electores peruanos considera que el partido Acción Popular es un “centro derecha”. No lo es, porque en ese partido conviven socialistas asolapados y derechistas tibios, como lo demostré en el pasado artículo titulado Acción Popular Socialista. Y también consideran que es un partido de una decencia casi sagrada, algo que tampoco lo es. Por eso, en este artículo me centraré en los casos de corrupción que involucraron al segundo gobierno (1980-1985) de Fernando Belaunde Terry.
Antes que me olvide, también cierto es que –a diferencia del visceral trato que recibe el aprismo–los grupos de poder jamás “recuerdan” estos casos de corrupción porque Belaunde, el 28 de julio de 1980, en su mensaje de asunción del mando constitucional, devolvió la propiedad de los medios de comunicación privados a sus dueños del año 1974. Es decir, Belaunde se llevó bien con el poder mediático, el poder tras bambalinas en el Perú.
¿Cuáles fueron los casos de corrupción en el segundo gobierno de Acción Popular que los actuales electores peruanos deben recordar? Primero, el caso Guvarte, que involucró al entonces Ministro de Justicia, Enrique Elías Laroza, con la constructora española Guvarte, que sobrevaluó las obras para la construcción y equipamiento en los penales peruanos.
Segundo, el caso Vollmer, que involucró al entonces presidente del Consejo de Ministros y senador Manuel Ulloa, al favorecer al conglomerado venezolano Vollmer, donde el mismo Ulloa era accionista minoritario, en la adquisición de la Irrigadora Chimbote S.A. Indudablemente este es un caso de puerta giratoria o intereses de conflictos; pero nada importa porque los involucrados son aristócratas de la derecha tibia peruana.
Tercero, el caso de Bancoper, que involucró a la administración de Acción Popular en el rescate del banco privado Bancoper por unos US$ 30 millones, venidos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP).
El cuarto caso de corrupción fue la compra de dos naves de carga inservibles, de nombre Mantaro - Pachitea, por el enorme costo de US$ 73 millones. ¡Cifra que sigue siendo una cachetada a la pobreza peruana!
Y el quinto caso fue el llamado “Villa Coca”, que involucró a militares y altos funcionarios del gobierno de Acción Popular, quienes estuvieron relacionados con el cartel del narcotraficante Rodríguez López.
Lo cierto que estos cinco casos de corrupción, más el avance del terrorismo y la inflación galopante, hicieron que el candidato de Acción Popular, para el proceso electoral de 1985, el abogado Javier Alva Orlandini, obtuviera un magro 7.25% de los votos y quedará en cuarto lugar, detrás de Alan García, Alfonso Barrantes y Luis Bedoya.
Lo cierto es que los electores peruanos, que sufragaron en los procesos electorales de 1980 y 1985, lamentablemente –en su mayoría– se encuentran fallecidos y no pueden contar a las generaciones más jóvenes, que no leen libros de historia peruana, las dos terribles administraciones de Acción Popular (1963-1968 y 1980-1985), que nos dejaron en una terrible inflación y la escalada genocida del terrorismo de Sendero Luminoso.
Hoy, por la enorme irresponsabilidad histórica de los militantes de Acción Popular, que han entrado en una deriva izquierdista demagógica, un excongresista sin ningún tipo de luces políticas, como Lescano, se ha convertido en su candidato presidencial. ¿Qué hizo Lescano como congresista por los peruanos emergentes y emprendedores? ¿Qué ley dio en beneficio a la salud pública o de las universidades públicas? ¿Cuándo denunció casos de corrupción?
Las respuestas las tiene usted, amable lector. Lo cierto es que esta candidatura es demagogia pura. ¡Tremenda irracionalidad es pedir que los chilenos nos devuelvan el Huáscar! ¿Lescano no ha leído los tomos de Historia de la República del Perú del historiador Jorge Basadre? ¿No sabe que el Huáscar derrotado jamás iba a volver al puerto del Callao? ¡Los trofeos de guerra no se devuelven!¡Qué tal demagogia!
Recuerden que el gran filósofo Aristóteles despreciaba a los demagogos. Y le damos la razón a este preclaro intelectual de la Grecia Antigua y maestro de Alejandro Magno.
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