LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¡Terremoto político! ¿Casi cataclismo?
Análisis de los resultados electorales
La campaña de demonización y liquidación de las derechas peruanas ha producido resultados: los partidos supérstites de los ochenta y los movimientos posfujimorato, de una u otra manera, han sido desplazados por una fragmentación política y por movimientos integristas y facistoides muy pocas veces visto, lo que complica en extremo la experiencia republicana.
Hoy en el Congreso no están el Apra ni el PPC más allá del relativo éxito de Acción Popular que sobrepasó el 10% de los votos válidos. Hoy también Fuerza Popular –el movimiento que, en las últimas dos décadas, contenía a las corrientes comunistas, fascitoides e integristas, en los sectores populares– parece haber perdido predicamento en estas áreas sociales. La campaña de un sector de la izquierda mesocrática limeña ha triunfado, pero el resultado es estremecedor.
El domingo pasado, el fracaso de Solidaridad Nacional y el Apra desató la euforia de los líderes de la demonización del adversario. El éxtasis duró pocas horas. Apenas se conoció que los etnocaceristas de Antauro Humala, a través de Unión por el Perú, conseguían 17 congresistas, que sumados a los 12 del Frente Amplio y los 5 de Juntos por el Perú le otorgaba cerca de un tercio del Congreso a los movimientos comunistas, anticapitalistas, todos deben haber sentido el vacío en las entrañas que produce el miedo. Y cuando el conteo rápido de la ONPE estableció que el Frente Popular Agrícola (Frepap) se ubicaba segundo, entonces el miedo debe haberse transformado en pánico.
Hoy la actual experiencia republicana ha sido empujada al abismo y se bambolea cerca del precipicio. ¿Cómo van a continuar las inversiones, la minería, la agricultura, la pesquería, y todas las inversiones con alta intensidad de capital, si el movimiento antiminero ya tiene un tercio del Congreso? Y si convencen a los frepapistas de la urgencia de un nuevo texto constitucional hasta podrían estar en condiciones de forzar una constituyente.
¿Pesimismo? No necesariamente. Si los resultados electorales se combinan con los estallidos sociales que han sacudido a la región, le habremos servido la mesa a los colectivismos.
De este adverso terremoto político todos somos responsables, algunos más y otros menos. Es hora de abandonar la frivolidad de la conducta caviar que fomentó una guerra del poder por el poder, que se propuso controlar las instituciones de la República como si se trataran de federaciones universitarias, y que judicializó y demonizó sin miramientos al adversario. Igualmente es hora de abandonar la soberbia fujimorista que inició una guerra que hoy remece al proceso republicano. Es hora también de abandonar el unilateralismo de las derechas conservadoras, que consideran que la sola lucha contra la ideología de género –sin defensa del mercado, de las inversiones– garantiza la libertad. ¿Acaso los etnocaceristas y los frapepistas no van a acabar con la ideología de género? ¿Acaso Sendero Luminoso también no está en contra de las políticas de género?
En este contexto, retomar la política republicana hoy significa formar una amplia coalición en el Congreso, desde AP hasta Fuerza Popular, con el objeto de conducir la mesa directiva del Legislativo y contener el avance antisistema. Quizá la amenaza comunista nos despierte de nuestras somnolencias, de nuestras vanidades inútiles, de nuestras victorias pírricas.
El Perú es más grande y complejo que los barrios de la Costanera. Y no se trata solo de convocar a los sociólogos, como dicen algunos. Ellos siempre han estado en los medios y en el Perú oficial. Únicamente hay que entender que hay un Perú formal y otro informal, enorme, mucho más grande, que despertará en cualquier momento. Quizá entender que la verdad no es limeña. Nada más.
COMENTARIOS