LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Perdimos el mundial, ¡No perdamos el país!
Utilizar el amor a la patria para terminar con la destrucción nacional
La selección peruana perdió el mundial en la tanda de penales frente a Australia. Finalmente, la selección de Oceanía se impuso tácticamente y anuló las ventajas peruanas. Dolor enorme. Abrazo fuerte a los jugadores y a Ricardo Gareca. Y quizá valga recordar que solo un trabajo de mediano y largo plazo en la división de menores y la reorganización de las ligas nos llevará siempre a los mundiales. El futbolista nacional es un diamante en bruto por sus habilidades innatas, es un Brasil con frenos, como dijo un periodista extranjero.
Sin embargo, las eliminatorias a Qatar –al igual que las pasadas– nos dejan una impresión sobrecogedora: la sociedad ha construido una peruanidad, una identidad nacional, que está buscando el espacio social, cultural y político para aflorar y representarse. Ricos, pobres y clasemedieros de todos los colores y los olores se pusieron la camiseta bicolor y comenzaron a soñar. ¿Cómo explicar el fenómeno? Las migraciones, desde los cincuenta del siglo pasado, y los mercados populares que emergieron en los noventa han construido, han tallado, los grandes bocetos de la peruanidad. Se ha derribado la cordillera que dividía a la sociedad criolla de las mayorías andinas. La idea de Perú ya no es una entelequia, existe en todos lados. Bulle en Lima, la ciudad andina más grande del país.
Por todas estas consideraciones, los políticos y las élites públicas, deben interpretar el fervor nacional que recorrió todos los rincones de la patria a propósito de la fiesta futbolera y proceder a cancelar el proceso de destrucción nacional que ha desatado el gobierno de Pedro Castillo, Perú Libre y las corrientes colectivistas y progresistas.
Necesitamos que esa pasión nacional por la selección –que es una manera de expresar la pasión por el Perú– se exprese en una voluntad de salvar todos los avances que hemos logrado en las últimas tres décadas: recuperar las instituciones secuestradas por el colectivismo y el progresismo y defender el modelo basado en la inversión privada con uñas y dientes.
En medio de la tristeza y silencio que causan la eliminación del mundial, debemos extraer las conclusiones: hay una sociedad ávida de peruanidad que está buscando expresarse, representarse. Si eso no se produce todavía es porque la política se ha convertido en una industria aborrecida por el odio y el encono que ha construido el colectivismo, pero también porque los demócratas y republicanos no han sabido construir escenarios alternativos. Ni siquiera han comprendido la importancia del debate ideológico y cultural para enfrentar los relatos y fábulas del progresismo.
Interpretar la pasión de la peruanidad, entonces, pasa por recuperar el país de la devastación que causa Castillo, Perú Libre y el Foro de Sao Paulo.
El Congreso tiene la palabra y no hay mejor fecha que el cambio de mesa directiva en julio próximo.
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