LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Oposición detuvo asalto plebiscitario
Legislativo archiva propuesta de adelanto general
La decisión de la Comisión de Constitución —que lideró Rosa Bartra, presidente de ese organismo— de archivar la propuesta del adelanto general de elecciones solo fue posible porque con la elección de Pedro Olaechea en la presidencia del Congreso y la reelección de la propia Bartra en Constitución, la oposición adquirió voz y rostro, y asumió la decisión de defender las instituciones republicanas.
Desde el encarcelamiento de Keiko Fujimori y la dirigencia de Fuerza Popular y el suicidio de Alan García, de una u otra manera, la oposición no tenía voz ni liderazgo. La ofensiva de la coalición vizcarrista, la avalancha informativa de los medios y los números de las encuestadoras habían aplanado al Congreso, y en el recinto legislativo la resistencia a las iniciativas de Vizcarra y de la coalición comunista-caviar apenas se sentían. Las leyes del referendo y la discusión de las llamadas reformas políticas se hizo dentro de este escenario general.
De alguna manera en el Perú se estaban cumpliendo algunas de las condiciones de todos los asaltos plebiscitarios que han triunfado en la región: la liquidación política y la judicialización de la oposición. Por ejemplo, Hugo Chávez llegó al poder demonizando a los seguidores de los partidos AD Y COPEI. La suma de estos políticos eran nuestros conocidos “fujiapristas”, y ellos expresaban todas las corrupciones y los males de las clases políticas tradicionales. En la guerra contra el enemigo a derrotar, Chávez puso detrás a los medios, a las clases medias e, incluso, al patriarca Rafael Caldera. Igualmente planteó la necesidad de una reforma judicial y del sistema político. Todo fue el preludio del control chavista de la República venezolana, con la convocatoria a una constituyente y la estatización de los medios que apoyaron la aventura.
En Venezuela la oposición resurgió con el liderazgo de Hernán Capriles y Leopoldo López, varios años después de que el chavismo controlara el poder. Algo parecido ha sucedido en todas las experiencias plebiscitarias en donde triunfó el autoritarismo. La condición de la victoria siempre fue la desaparición de la oposición.
En el Perú, con Keiko y Alan fuera de juego y la neutralización —por diversas razones— de las bancadas del Congreso, en las redes sociales emergió una respuesta opositora no vista en anteriores experiencias plebiscitarias. El siglo XXI y la explosión de las tecnologías digitales marcaba su impronta en la coyuntura. Con argumentos más y menos, esa oposición en las redes y la resistencia frente al embate plebiscitario influyeron en la elección de Olaechea y la reelección de Bartra.
Desde entonces la situación de la política peruana cambió radicalmente. Se instauró una etapa de equilibrio entre el Ejecutivo y Legislativo, con el cual la actual administración no podía convivir. El motivo: Vizcarra solo “gobernaba” y aumentaba su popularidad con el golpe permanente al Congreso. Ese libreto del vizcarrismo se agotó y, poco a poco, el liderazgo de Olaechea en el Congreso se consolidó y se acentuó en extremo la imagen de un Ejecutivo que había abandonado sus responsabilidades en el crecimiento, la reconstrucción del norte y la seguridad ciudadana.
El archivamiento de la propuesta de adelantar elecciones, pues, es la consecuencia directa del surgimiento de una oposición. Queda claro, entonces, que los asaltos plebiscitarios de las repúblicas solo funcionan con la liquidación de los opositores. Cuando hay resistencia y oposición, los cesaristas suelen perder.
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