LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Las encuestas y el plebiscito permanente
Continúa la guerra del Ejecutivo contra el Legislativo
Según Ipsos el presidente Vizcarra ha subido ocho puntos. Con criterios de mayor generosidad, Datum le otorga al jefe de Estado una trepada de 13 puntos, mientras señala que el 78% estaría de acuerdo con cerrar el Congreso. Algo más. En jugada que sorprende por la audacia, CPI se atreve a un poco más: Vizcarra ya tendría 5% de aprobación presidencial. ¿No hay un impedimento constitucional para esta postulación? Así estamos.
Es evidente que Vizcarra ha subido. Golpear al Congreso es un deporte que le puede servir para la semana. Pero es evidente también que los números de las tres encuestadoras tienen escasa credibilidad, sobre todo luego de haber presentado números como si se tratara de una feria de estadísticas para justificar el plebiscito permanente sobre instituciones que, en una República, solo deben regirse por la Constitución. Por ejemplo, la guerra por el control del Ministerio Público. Y, sobre todo, luego de conocerse las inversiones millonarias del Estado para contratar encuestas. Un elemento que debe subrayarse: Datum, de una u otra manera, alienta el cierre del Congreso. Y surge la pregunta acerca de si una encuestadora tiene derecho a formular este tipo de interrogantes en un Estado de derecho.
En cualquier caso, se vuelve a repetir el libreto del pasado referendo. El jefe de Estado que camina al Congreso, los medios tradicionales que apanan al Legislativo, los intentos de movilizaciones callejeras en respaldo a la iniciativa presidencial y —ante la falta de masas, de calor callejero— las encuestadoras que salen en auxilio de la estrategia presidencial para señalar que las mayorías están con Vizcarra. Y, claro, los congresistas desmoralizados porque leen mucho medio tradicional y consumen demasiado programa político de cable, que se compran la media verdad de que las masas pretenden lincharlos y convertirlos en puré. Para completar el panorama, los fiscales politizados —luego de la plena influencia de IDL-Reporteros en el Ministerio Público— que suelen conseguir “colaboradores eficaces” como cancha para arrinconar a los congresistas de la oposición, e incluso a líderes partidarios como César Acuña. El muñeco de los Cuellos Blancos (volveremos sobre este asunto) y el colaborador eficaz se convierten en las herramientas.
¿Hacia dónde avanza esta estrategia? En realidad, a ninguna parte. Los entornos palaciegos, los activistas políticos de los medios tradicionales y de las encuestadoras, saben que la gente está en contra del Congreso, pero que no se compra a Vizcarra. Saben que ante la eventual posibilidad de cierre del Legislativo, si el Congreso se planta en sus trece, Vizcarra no tendría la fuerza para cerrarlo y el Perú entraría en el reino de las incertidumbres. Saben que si Vizcarra cierra el Congreso, y la cosa procede, tendría que convocar a elecciones en cuatro meses; y en menos de un mes tendría una marcha de los cuatro suyos en las puertas de Lima, protestando por la lentificación económica, por el fracaso en la reconstrucción del norte, la inseguridad ciudadana y todos los problemas de gobernabilidad que se acumulan. Una posibilidad, pues, sería que Vizcarra naufrague con el Congreso, a menos que decida iniciar el camino bolivariano, se zurre en la Constitución y convoque a Constituyente.
Nadie sabe hacia dónde apunta esta lógica. Lo único cierto es que el Perú está destruyendo todos los activos económicos, sociales, políticos e institucionales que había logrado en las últimas tres décadas. Los contratos de publicidad y de sondeos parecen ser mucho más importantes para un sector frívolo y ahora francamente desconocido. La coalición vizcarrista empieza a perder el último resto de estética. Demasiada desesperación.
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