LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La propaganda anti occidental de Evo
Una estrategia de poder envuelta de cultura e historia
Evo Morales, el ex presidente de Bolivia, pretende convertirse en una referencia ideológica del eje bolivariano, sobre todo respaldado por “las investigaciones históricas” de Álvaro García Linera, vinculadas al nuevo sujeto revolucionario en la región: la entelequia de los llamados “pueblos originarios”.
A propósito de la celebración del 12 de octubre, Evo utilizó Twitter para hacer propaganda anti occidental: señaló que el mal llamado descubrimiento de América “fue el inicio del peor genocidio, explotación y sometimiento de pueblos libres”. Agregó que “usaron la cruz para imponer la muerte y el terror”. Enseguida sentenció que “luego de haberse liberado, los movimientos indígenas construyen, con base en su cultura y conocimientos ancestrales, un planeta plurinacional con dignidad, identidad, unidad y solidaridad”.
¿De dónde pueden provenir tantas leyendas y mitos? Porque incluso para hacer propaganda, a favor o en contra de algo, hay que tener algunas referencias. Quizá la leyenda negra anti española cultivada por los imperios protestantes que le disputaban la primacía al imperio de España provenga de las fábulas inventadas por Bartolomé de las Casas en Brevísima relación de la destrucción de los Indias, un texto que es un monumento a las imprecisiones y los absurdos: se habla de 30,000 ríos en la isla Española que nunca existieron, y se menciona de un genocidio de 24 millones de muertos sin proporcionar ninguna fecha, lugar o región. En la vida académica de hoy nadie toma en serio “las denuncias” de la Brevísima.
¿Cómo se puede hablar de genocidio si al momento de la Independencia la mayoría de la población era indígena y la mayoría de las tierras pertenecían a las comunidades indígenas? La realidad del Perú y el Alto Perú era la misma. ¿Cómo se puede hablar de que se utilizó la cruz para el genocidio si las gramáticas del quechua y el aymara son redacciones de sacerdotes españoles para crear “lenguas francas” y evangelizar las sociedades andinas? Si las comunidades campesinas son copias de las de Castilla, si los vestidos, polleras, pantalones y colores de los hombres del Ande son estrictamente españolas, ¿cómo se puede negar que el imperio español desarrolló uno de los mayores procesos de mestizaje en la historia universal? La grandeza y las réplicas en las provincias del Imperio Romano se sucedían a lo largo del imperio español.
¿Por qué entonces Evo y los intelectuales bolivarianos han armado este muñeco de los pueblos originarios, que niega el gigantesco mestizaje? Porque desde la caída del Muro de Berlín las tesis de Marx y Lenin necesitaban tener otras envolturas diferentes a la teoría de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Semejantes tesis estaban hechas trizas. El sujeto revolucionario no podía ser el proletariado que ahora solo luchaba para convertirse en la clase media de las sociedades desarrolladas.
Inventaron, entonces, el pueblo originario para deconstruir los procesos de mestizajes en América Latina, que evolucionaron a lo largo de cinco siglos. Emergieron todo tipo de leyendas, porque todo “lo originario” es una construcción racional, posmoderna y marxista. Lo único real es lo mestizo.
Sin embargo, no apareció el nuevo sujeto revolucionario o el llamado pueblo originario porque la revolución antioccidental hace agua en Perú, Chile y Bolivia. Y poco a poco, en vez de avanzar a lo prehispánico, recuperamos la memoria de la grandeza de los mestizajes, la grandeza de las Españas. Para finalizar, por allí se anuncia una investigación que demostrará que en los Andes peruanos en vez de buscar un Inca se sigue buscando un rey.
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