LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Infiernos para Alan, Keiko y PPK
Sobre las pugnas internas en los partidos políticos con miras al 2016
El intento de un sector de dirigentes apristas de convocar a un congreso del Apra liderando un humor antialanista, nos recuerda las guerras e infiernos que enfrentarán Alan García, Keiko Fujimori y PPK a la hora de confeccionar sus respectivas listas al Congreso. No se trata de grandes discusiones ideológicas ni de virajes programáticos, sino del “asalto de las bases” al poder público, una voluntad que puede terminar tragándose cualquier estrategia victoriosa y futuro gobierno.
Los tiempos electorales resucitan los planes, no solo de los potenciales candidatos presidenciales, sino también de los segundos y terceros que se consideran con derechos irrenunciables a dirigir el partido y a ser representantes del Legislativo e, incluso, a integrar la plancha presidencial. En ese afán se alienta todo tipo de ambiciones, de las buenas y de las malas, mientras se sellan alianzas impensables. Entre los forcejeos, las tensiones y los acuerdos, de alguna manera, se juega el éxito de una campaña electoral.
Por ejemplo, Keiko necesita morigerar la presencia del viejo fujimorismo, convocar a jóvenes políticos y tecnócratas para disolver la densidad del antifujimorismo que, una vez más, le puede ganar las elecciones. Considerando que, posiblemente, el fujimorismo ingrese a la segunda ronda, García necesita agrupar a los mejores representantes del espacio no fujimorista, precisamente, para presentarse como la gran alternativa a la fuerza naranja y evitar que prosperen el antiaprismo o la versión moderna del antialanismo. Algo parecido necesita hacer PPK, aunque sin los problemas del anti.
Sin embargo, los peores enemigos de estas estrategias predecibles no están en la orilla contraria sino dentro de la propia organización. Todos sabemos que Keiko deberá caminar al filo del abismo en sus intentos de desmarcarse del autoritarismo. Absalón Vásquez es un antecedente de escisión fujimorista por el lado duro y tradicional. García necesita sacar adelante su propuesta de frente nacional para liquidar el antiaprismo y desarrollar un discurso esperanzador, pero, al parecer, un grupo de dirigentes pretende convocar a un Congreso y negociar con pistola jugando a la ruleta rusa. En Perú Más de PPK se sabe que la presencia de Salvador Heresi puede desatar consecuencias impredecibles en cualquier momento.
Pero a estas alturas de nuestra democracia, con los espeluznantes niveles de desaprobación de los partidos, instituciones y el espacio público en general, no solo se trata de las estrategias de los candidatos, sino, sobre todo, de la calidad de representantes que propongan los partidos. Y, en este terreno, los líderes siempre tienen una enorme ventaja sobre los aparatos partidarios.
De estas tensiones y acuerdos, de una u otra manera, dependerá que las organizaciones sobrevivan al 2016 y se proyecten como formaciones políticas estables. Pero no sería nada extraño que también signifique la partida de defunción de algunas de ellas.
En todo caso, vale recordar que estas guerras internas pertenecen a los usos y costumbres de las mejores tradiciones democráticas. Se sabe, por ejemplo, que Felipe Gonzales no aceptó las presiones del PSOE y los socialistas tuvieron que ceder el poder a la derecha española. De igual manera Ricardo Lagos no aceptó las presiones de la entonces Concertación, postuló Frei, y la centroizquierda entregó el gobierno a la derecha chilena.
Sin lugar a dudas estamos frente a noticias que nos indican que avanzamos con paso firme hacia el cuarto proceso electoral, pero si no existe una dialéctica entre la presión de las bases, los líderes y las necesidades de nuestra democracia, la propia sociedad abierta estará disparándose a los pies: es casi imposible soportar otros 5 años con semejante crisis de representación.
Por Víctor Andrés Ponce
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