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El discurso del 28 de julio

Anotaciones sobre la nueva coyuntura

El discurso del 28 de julio
Víctor Andrés Ponce
26 de julio del 2020


El presidente Vizcarra se presentará este 28 de julio ante el Congreso para exponer el mensaje la Nación, con una correlación de fuerzas radicalmente diferente a la que hubo cuando convocó el referendo que reformó la Constitución, y que culminó en el cierre del Congreso invocando “la denegación fáctica”, una figura que no existe en la Carta Política. Hablamos de un escenario sustancialmente diferente por varias razones: en el último año del periodo constitucional el Ejecutivo no tiene la facultad de disolver el Congreso y los fracasos en la contención de la pandemia, la alta letalidad del Covid, la gravedad de la recesión y el aumento de pobreza han debilitado considerablemente al Ejecutivo.

Pero también existe una nueva situación porque, en medio de la carrera populista entre el Ejecutivo y el Congreso, la coalición de partidos que hoy dirige el Legislativo ha demostrado una voluntad común: la decisión de hacer respetar sus fueros y desarrollar el contrapeso del poder. Al margen de las leyes absurdas e inexplicables aprobadas en el Congreso (eliminación de la inmunidad de todos, ley de retiros de fondos de las AFP ley de peajes y ley que devuelve aportes de la ONP, entre otros proyectos populistas) el Legislativo, como se dice, ha emparejado la cancha de poderes, absolutamente desnivelada desde el pasado referendo.

De allí que las posibilidades del primer mensaje del presidente Vizcarra que convoque a la unidad nacional, que se comprometa a desarrollar un proceso electoral transparente, y convoque al sector privado como principal protagonista de la reactivación y la reconstrucción, y solicite el apoyo de las Fuerzas Armadas y de las iglesias para generar una movilización nacional contra la pandemia, están sobre la mesa. Extrañamente la tragedia ha reducido al mínimo la posibilidad de los actores. Pasa en todas partes.

Si por esas extrañas e inexplicables circunstancias de la vida, el jefe de Estado persiste en el libreto de la guerra política contra el Congreso, las cosas serán terribles para la República. Y casi es absolutamente seguro, que el Congreso responderá como lo esta haciendo, y tendrá todas las de ganar.

En cualquier caso, la historia y las enseñanzas de los clásicos nos señalan que la política solo funciona cuando los actores contemplan los objetivos del futuro. Luego de una guerra política que ha afectado al Perú, es extremadamente complicado pensar de esta manera. Demasiadas batallas, demasiados derrotados en esta guerra política sin balas que ha afectado al país. De allí que algunos crean que solo se debe pelear las batallas de ayer que, paradójicamente, perdieron en todas las líneas.

Sin embargo, si queremos hacer política solo queda el futuro. Y ese futuro pasa por desarrollar elecciones transparentes y reactivar la economía, salvando al sector privado que pretendió ser ahogado, liquidado, por el Gabinete Zevallos. Elecciones transparentes y preservación del sector privado es el único camino para evitar que el poder político y económico (mediante estatizaciones) se concentre en el Estado, y luego una camarilla comunista, chavista, capture las instituciones republicanas.

Ahora que el Congreso recupera el poder político, ahora que la coalición de partidos suma votaciones abrumadoras para reformas de todo tipo, es hora también de que los jefes parlamentarios acaben con la guerra que inició y desarrolló hasta el paroxismo el Ejecutivo. 

Culminada la guerra, la coalición de partidos del Congreso debe abandonar el populismo como método de guerra política –para ganarse el favor popular– y entender que los verdaderos enemigos de la patria son los sectores comunistas, que buscan desmontar los logros institucionales, económicos y sociales construidos en las últimas tres décadas. Si las bancadas parlamentarias han logrado el equilibrio de poderes, ¿cómo entonces van a prestarse al juego de los populistas y comunistas que pretenden concentrar el poder en el Estado?

Víctor Andrés Ponce
26 de julio del 2020

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