LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Economía y libertad
La recesión y el desempleo amenazan el sistema político español
La crisis económica en Europa está comenzando a zarandear los sistemas políticos democráticos que se consolidaron después de la Segunda Guerra Mundial y que desembocaron en la formación de la Unión Europea. En España se acaba de conocer una encuesta en la que el partido Podemos de Pablo Iglesias, de inspiración chavista, supera al PSOE y al PP, las dos fuerzas nacionales que organizaron la transición democrática española y se convirtieron en referentes para la Iberoamérica abierta.
Meses antes, los resultados de las elecciones europeas también hicieron flecos en el sistema de partidos de la Europa democrática: los nacionalistas ganaron en Francia, en Inglaterra, Austria y Dinamarca. De una u otra manera queda claro que el crecimiento económico es la otra cara de la democracia y la libertad. No hay sociedad abierta con una economía en recesión. ¿O sí?
De allí que sorprende sobremanera la indiferencia con que algunos intelectuales de izquierda contemplan el actual proceso de desaceleración económica del Perú. Algunos llegan a sostener que el tema económico y la desaceleración son “obsesiones neoliberales” para complacer a los poderes fácticos empresariales.
En nuestro país el crecimiento económico redujo la pobreza como nunca antes en nuestra historia (de 60% a 23%) y, no obstante la crisis de los partidos y el descrédito de las instituciones, esa misma expansión económica se transformó en una de las principales explicaciones de la estabilidad democrática, que ya suma tres elecciones sin interrupciones, y avanza hacia la cuarta elección nacional.
En nuestra sociedad, como en España, existen la corrupción y el descrédito de los políticos, pero, por angas o por mangas, persistimos en la ruta democrática. Ojalá que el país ibérico no caiga en la tentación de la aventura. Claro que nuestra democracia se bamboleó al borde del precipicio con el pase de Ollanta Humala a la segunda vuelta en el 2006 y el 2011, pero la economía y la reducción de la pobreza evitaron el viraje por la izquierda.
El crecimiento permitió que amplios sectores de pobres engrosaran los espacios de las nuevas clases medias. Y, como ya sabemos, todas las predicciones apocalípticas en contra del mercado y el capitalismo se estrellan contra este sujeto de la democracia: la clase media. Cuando este sector crece y se consolida, la sociedad se vuelve conservadora y se inmuniza contra las prédicas extremistas de izquierda o de derecha.
Bueno, pues, la actual desaceleración económica no solamente reducirá puntos de crecimiento del PBI, también lentificará la lucha contra la pobreza. Y si la desaceleración se convierte en recesión, entonces, retornará la hora de los outsiders y aventureros más impredecibles.
El 25% de desempleo en España, el más alto de la democracia postfranquista, amenaza a un sistema de partidos modélico. La recesión europea resucita nacionalismos parecidos a los que se extendieron luego de la Primera Guerra Mundial hasta convertir la Europa civilizada, culta y refinada, en el gran cementerio de la Segunda Guerra.
Cuando los libertarios defienden el crecimiento, las inversiones extranjeras y nacionales, los emprendimientos en minería, petróleo y energía, no solo defienden el mercado sino también una de las condiciones fundamentales de cualquier democracia saludable: el crecimiento y la consolidación de sus clases medias.
Por Víctor Andrés Ponce
5 - nov - 2014
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