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Del suicidio de García a la confesión de Susana

El escenario político empieza a cambiar radicalmente

Del suicidio de García a la confesión de Susana
Víctor Andrés Ponce
12 de mayo del 2019

 

La exalcaldesa de Lima Susana Villarán confesó que siempre supo de los aportes de las empresas brasileñas a favor de la campaña del "No" (alrededor de US$ 10 millones). Enseguida, en una pieza para el surrealismo político, dijo que lo había hecho para detener a la mafia que pretendía apoderarse de la ciudad. Y escribiendo una nueva página de la historia de la infamia nacional, agregó que volvería a recibir los fondos brasileños. La justicia ahora debe determinar cuál es la relación de los regalos cariocas con la gestión, contratos y concesiones municipales, para emitir una sentencia firme.

Sin embargo, en el el acto, los principales voceros del IDL salieron a señalar que Susana estaba haciendo “una confesión sincera”, y casi todos los activistas nacionales e internacionales ("exiliados" se llaman ahora) que tuvieron nexos contractuales con la municipalidad de Lima “repudiaron” la confesión de Villarán, pero dejaron una rendija abierta: al menos Susana había confesado. Había, pues, algo diferente con los demás corruptos. ¡Vaya!

En esta columna no solemos regocijarnos con las desgracias ajenas. Pero el análisis de esta supuesta confesión es obligatoria e impostergable.  Por ejemplo, la declaración de Susana representa la explosión de una bomba nuclear cuyas ondas explosivas derribarán los pilares de IDL-Reporteros (la ex alcaldesa fue fundadora de IDL y estableció múltiples relaciones contractuales con miembros de las ONG marxistas) y de los llamados caviares, que suelen parapetarse detrás de la palabra “decencia” para acusar a sus rivales ideológicos de corruptos. Remece igualmente a los miembros de las bancadas del Frente Amplio, Nuevo Perú (integrado por ex regidores de Villarán) y de la autoproclamada bancada liberal, quienes solían lavar banderas y cooperar en todas las formas con Villarán.

En otras palabras, las declaraciones de Susana hieren de extrema gravedad las posibilidades de la izquierda y de los seguidores del Foro de Sao Paulo en el Perú de seguir presentándose como “decentes”, como adalides de la "lucha anticorrupción”, pese a que la podredumbre latinoamericana empezó con Odebrechdt a iniciativa del mencionado Foro. Es evidente, entonces, que no solo el elenco estable de la política de los últimos tres años empieza a ser pulverizado por el caso Lava Jato, sino todo el entramado de ONG marxistas que gobernó detrás de bambalinas durante las administraciones de Toledo, Humala, PPK y ahora con Vizcarra.

Antes del suicidio de Alan García un escenario de este tipo parecía imposible. Si el ex presidente aprista hubiese sido enmarrocado y paseado, con chaleco de recluso, ante la prensa nacional y mundial, el presidente Vizcarra, los fiscales Lava Jato (influenciados por IDL-Reporteros) y las ONG marxistas (encabezadas por IDL Y Transparencia), en alianza con los medios tradicionales, habrían consolidado de tal manera sus influencias que Susana seguiría veraneando en su casa de playa. Y el presidente Vizcarra estaría volando sobre los 70 puntos de popularidad, por decir lo menos.

Más allá de cualquier prejuicio en el análisis, el suicidio de García cambió la coyuntura en el mediano plazo. A partir de allí los fiscales, con más autonomía, procedieron a acusar a Ollanta Humala y Nadine Heredia, y a solicitar medidas procesales contra Villarán. De lo contrario, la situación para IDL-Reporteros y los fiscales Lava Jato se volvía insostenible. ¿Cómo justificar la detención de Keiko Fujimori, de PPK y el intento de arresto de García, sin  acusación fiscal ni juicio oral, luego de la muerte del ex jefe de Estado? Imposible.

Más allá de la vileza de los medios tradicionales, que se prestaron para el linchamiento del presidente muerto con las fabulaciones de Atala —hechas para evitar la detención de su hijo— es evidente que el ex presidente aprista comienza a ganar la partida a sus adversarios. Y todo indica que seguirá ganando.

Dos días de portadas y reportajes contra Alan no pueden ocultar los efectos del suicidio: Vizcarra no gana un solo punto con las nuevas detenciones, la ola anticorrupción empieza a despolitizarse y los fiscales principian a hacer su labor (sin García ya no hay circo). Y sobre todo, no sería nada extraño que la ola anticorrupción terminé convirtiendo a los héroes de ayer en los villanos de hoy. Suele pasar en todos los procesos plebiscitarios que se alimentan de temporadas de circo.

 

Víctor Andrés Ponce
12 de mayo del 2019

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