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A punto de un choque frontal de poderes

Nuevamente en la disyuntiva vacancia o disolución

A punto de un choque frontal de poderes
Víctor Andrés Ponce
30 de septiembre del 2021


Luego de que el presidente del
Consejo de Ministros, Guido Bellido, movilizara la artillería pesada señalando que se estudiaba la posibilidad de presentar una cuestión de confianza por la interpelación y eventual censura de Iber Maraví, ministro de Trabajo, en el acto todos los peruanos percibimos, una vez más, que el Perú retornaba a la disyuntiva de vacancia presidencial o disolución del Congreso. Una disyuntiva que comienza a convertirse en el apellido paterno de la administración Castillo.

La presidente del Congreso, María del Carmen Alva, y la junta de portavoces del Legislativo, emitieron pronunciamientos rechazando la velada amenaza de Bellido. La disolución, al parecer, ya no asusta mucho. Iniciado el pleno para tramitar la interpelación a Maraví, la titular del Legislativo informó que, en una junta entre el presidente Castillo y una delegación del Congreso, el jefe de Estado se comprometió a no presentar la confianza. 

Más allá de cualquier decorado o los eventuales maquillajes, es incuestionable que el Perú avanza hacia una colisión final alrededor de la vacancia o disolución. De lo contrario, el presidente Castillo, con una clara mayoría legislativa adversa, ya habría renunciado a Maraví o incluso al propio Bellido. Cualquier administración que pretenda gobernar en el marco constitucional, con diálogo entre instituciones, tendría que haber hecho algo parecido.

Sin embargo, el gobierno de Castillo quiere mantener a Maraví y al propio Bellido porque su estrategia busca la colisión de poderes. Detrás de este razonamiento está una interpretación comunista ortodoxa de la lucha por el poder: el gobierno solo sirve para construir el poder alternativo al sistema republicano. En ese camino, la confrontación con la derecha, con la burguesía, es la vía hacia la acumulación.

Después del gambito nacionalizador del gas, que protagonizaron el propio Castillo y Bellido, es incuestionable que la estrategia de colisión se nota al primer golpe de vista. A nuestro entender esa impresión no solo se desarrolla en los predios de la derecha, sino en todas las corrientes no comunistas del Congreso que jugaban a la bisagra entre el totalitarismo y la defensa de la Constitución: Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y el Partido Morado. ¿Jugar a la bisagra, a los acuerdos y pactos, con el totalitarismo parece una contradicción por sí misma? El totalitarismo no pacta con nadie y solo concentra poder.

Al cierre de esta edición parecía inevitable que cualquier congresista presente una moción de censura contra Maraví por sus vínculos con el Movadef y un pasado político impropio para el cargo. En este contexto, el Perú se disponía a escenificar la disyuntiva final. Ese es el efecto inmediato y urgente de la amenaza de Bellido.

La pregunta entonces tiene que ver con los partidos que juegan a las bisagras. Nos parece difícil que cualquier ser humano se meta a la jaula de un león por voluntad propia. Algo parecido debe suceder con los partidos que se entretienen con los pactos con el totalitarismo. Luego de estas semanas del gobierno de Castillo, las bisagras deben sentir que si se dejan arrinconar en la disolución serán descuartizados y devorados.

Víctor Andrés Ponce
30 de septiembre del 2021

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