A pesar de todo, Fujimori sigue en libertad

Es impresionante el odio y la desesperación que destilan las oenegés que, supuestamente, defienden los Derechos Humanos; los burócratas ideologizados de la Corte IDH y las corrientes progresistas y comunistas en contra de la liberación de Alberto Fujimori. Impresiona en extremo porque se llegan a inventar atribuciones de la Corte IDH como “la llamada supervisión de sentencias” en contra de un indulto otorgado por un jefe de Estado constitucional de la República y ratificado por el Tribunal Constitucional.

La Corte IDH no es una cuarta instancia de la justicia interna del Perú y la única supervisión de sentencias, según el Pacto de San José, debe hacerla ante la Asamblea General de la OEA, cuando un Estado incumple con el deber de garantizar los derechos humanos de los ciudadanos de los países. En este caso, la supervisión de sentencia ante la Asamblea de la OEA deberá desarrollarse para garantizar el indulto de Fujimori. De ninguna manera para oponerse a la gracia presidencial.

Cada acto, cada opinión de la Corte IDH, es una barbarie jurídica que repiten abogados ideologizados y que se amplifican en los medios de orientación progresista. La manera cómo la Corte IDH y las oenegés se conducen en contra del indulto a Fujimori debería motivar grandes investigaciones sobre cómo las corrientes comunistas y progresistas se apropian de los temas de los Derechos Humanos para volverse contra ellos y, finalmente, para dinamitar el Estado de derecho.

¿Qué hay detrás de la obsesión progresista en contra de Fujimori? Es evidente que la izquierda progresista, que los sectores caviares, necesitan que Fujimori muera en la cárcel para mantener la vigencia de una narrativa que les ha permitido construir una polarización política entre fujimoristas y antifujimoristas. Es una de las condiciones que posibilita al progresismo desarrollar una estrategia para controlar el Estado sin ganar elecciones.

Sin embargo, la movilización internacional en contra de Fujimori revela que otro de los grandes objetivos de la izquierda internacional es destruir el principio constitucional del uso legítimo de la fuerza por parte del Estado en contra de la violencia y el terrorismo comunista. Fujimori muerto en la cárcel sería el paradigma de quienes pretenden destruir el principio de autoridad en el Estado de derecho.

Imaginemos qué habría sucedido si las fuerzas de seguridad no hubiesen defendido los aeropuertos y las carreteras durante las insurrecciones del verano pasado. Es casi seguro que hoy se habría instalado una asamblea constituyente en el Perú que habría sepultado el Estado de derecho y cualquier posibilidad de defender los DD.HH. De allí la obsesión de judicializar a nuestros soldados, oficiales y a todos aquellos que confrontan con la violencia insurreccional.

En este contexto, las oenegés de la izquierda comunista y los burócratas ideologizados del sistema interamericano, más allá de esos inventos jurídicos sobre la lesa humanidad o la supervisión de sentencias, necesitan que Fujimori muera en la cárcel. No se exagera, pues, cuando se sostiene que la Corte IDH se está convirtiendo en la heredera de las internacionales comunistas del siglo XIX y XX.