Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Cómo surgen nuevas industrias en la explotación de recursos naturales.
La empresa peruana Tecnológica de Alimentos S. A. (TASA) acaba de informar que en los próximos meses comenzará a producir y exportar Omega 3 (aceite de pescado concentrado) a mercados de Asia, Estados Unidos y Europa. La noticia es un hito en el progreso de la industria pesquera nacional y, además, un ejemplo ilustrativo de cómo se diversifica la producción sin necesidad de que intervenga el estado.
Tal como lo ha señalado el presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE), Roberto Abusada, ningún proceso de diversificación productiva se hace desde el estado -como cree el actual gobierno-, sino desde abajo hacia arriba, por acción de las fuerzas del mercado. La experiencia “industrializadora” de los años 70 lo corrobora: ninguna de las industrias que promovió el estado sobrevivió, porque no tuvieron correlato alguno con los mercados.
En el caso de TASA, ha sido la demanda potencial del producto lo que impulsó a esa empresa a invertir en la construcción y equipamiento de una planta para producir aceite de pescado concentrado, y como resultado de esa apuesta ya ha sido visitada por directivos de empresas asiáticas, estadounidenses y europeas que demandan Omega 3.
Otra enseñanza importante que nos deja la experiencia de TASA es que desmiente el relato estatista que sostiene que la explotación de nuestros recursos naturales nos condena a ser un país primario-exportador. Al contrario, la explotación de esos recursos genera cadenas productivas de industrias y servicios conexos. Esto lo vemos también en la minería, alrededor de la cual han emergido nuevas industrias, como la de refinados y la metalmecánica.
La producción de Omega 3 se suma a otras industrias derivadas de la pesca que se han consolidado con el libre mercado, como la de alimentos balanceados para animales, la de conservas de pescado o la de congelados.
El sector pesquero, por cierto, tiene un enorme potencial diversificador que podría ser aprovechado al máximo. Por ejemplo, en la producción de nuevos derivados de los concentrados de proteínas marinas o en la explotación industrial de algunas especies como el atún y la pota.
Quizá el papel del estado en estos esfuerzos sea el de fomentar la investigación orientada a desarrollar tecnologías para encapsular Omega 3 en nano-cápsulas que se mezclan con otros alimentos para darles mayor valor nutritivo, o para producir las cápsulas gelatinosas convencionales que tienen una gran demanda global.
La explotación industrial de pota permitiría aprovechar una especie altamente nutritiva que está subexplotada. Las empresas industriales podrían abrir nuevos mercados dentro y fuera del país, y gracias a su infraestructura. que incluye una cadena de frío y un soporte logístico modernos, se podría llevar la pota a la sierra y a la selva, convirtiéndola en la segunda fuente de proteínas del país.
La industria pesquera también podría explotar en gran escala el atún, un producto que tiene gran demanda en el mundo, pero primero se tendría que encontrar la manera de compensar el alto costo que se invierte en combustible para los barcos, por ser una especie que se extrae mar adentro.
En conclusión, la explotación de nuestros recursos naturales pesqueros ha permitido crear nuevas industrias y tiene un gran potencial para crear otras más. Ha diversificado su producción en buena parte, y puede seguir diversificando más, sin necesidad de que el estado intervenga como el gran elector, solo con libre mercado.
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