Editorial Cultura

Marco García Falcón: “Los escritores solemos estar muy poco equipados para la vida práctica”

Sobre su más reciente novela, Esta casa vacía.

Marco García Falcón: “Los escritores solemos estar muy poco equipados para la vida práctica”
  • 08 de octubre del 2017

Docente universitario y escritor, Marco García Falcón (Lima, 1970) es considerado uno de los mejores narradores peruanos de la actualidad. En esta entrevista para elmontonero.pe, García Falcón nos habla sobre su más reciente novela:

 (Peisa, 2017)

“Esta casa vacía” narra la historia de Giovanni Perleche, un limeño de clase media desde la crisis de la adolescencia hasta la crisis de la mediana edad. ¿Fue ese tu propósito? ¿Hacer un relato que grafique, a través de esos momentos decisivos, las tensiones entre los deseos personales y lo que la sociedad espera de nosotros?

A mí lo que se me presenta es un impulso por narrar una historia. Una vez que ya tengo una idea más o menos clara o ya he empezado a escribir, reflexiono sobre las posibilidades que tiene esa historia. Soy consciente de que no puedo quedarme en la anécdota, que una buena historia tiene también que tocar los grandes temas de la existencia y hacerlo de una manera que pueda resonar en cualquier lector. Y toda historia tiene, además de una dimensión individual, una colectiva, pues nadie puede sustraerse al tiempo y a la sociedad en la que vive. Yo me di cuenta de que esta historia era muy representativa de esta etapa del capitalismo en la que nos encontramos, una que nos exige la hiperproductividad, que nos lleva a apelar a drogas —legales e ilegales— para continuar trabajando y en la que, a pesar de estar aparentemente muy comunicados, sufrimos de una profunda soledad y aislamiento. Es un fenómeno global que en la novela aparece con algunos acentos muy propios de nuestra realidad, como el tipo de relaciones de pareja y de familia que se da entre nosotros y esa suerte de apetencia material que nos ha caracterizado luego de los años del terrorismo y la dictadura y que hace que medio mundo esté endeudado.

Giovanni es muy parecido a ti: profesor universitario y escritor, la misma edad y procedencia social. Hay muchos elementos biográficos. ¿En qué se diferencia esta novela de una autoficción?

Para mí la experiencia personal es solo un gatillador. Yo siempre estoy escribiendo sobre lo que me pasa y las cosas que me interesan. Lo hago por ejemplo en el Facebook. Yo creo que lo que puede hacer que eso tenga algún valor literario es la mirada y el trabajo con el lenguaje. La creación implica una mirada distinta u original del mundo, y el escritor debe reflejar eso a través de las palabras. Si la autoficción tiene como propósito contar tu vida y nada más, a mí eso no me interesa. Yo parto de experiencia personales, de aquello que conozco o quiero conocer, para desde allí hacer una indagación sobre la vida, explorar qué cosa somos como personas y como sociedad. Los elementos biográficos, si los hay, son solo materiales iniciales, que afloran porque contienen las preguntas centrales que se plantea todo libro.

En general, casi todos los personajes de tu narrativa son escritores. ¿Lo haces para explorar las posibilidades de lo metaliterario o porque te atrae especialmente la personalidad y la psicología de los escritores y artistas?

Nunca me he propuesto ser metaliterario o autoficcional. En la manera en que veo el mundo, la experiencia literaria y la vital dialogan, se enriquecen mutuamente. Eso creo que está en lo que he publicado hasta la fecha. Ahora, sí me interesan los personajes escritores o los intelectuales en general por una particularidad que he notado: su tremenda inteligencia en términos abstractos, de captación a través del lenguaje de las sutilezas del mundo, pero que casi nunca va asociada a una capacidad práctica para la vida o a un buen manejo de las emociones. He querido mostrar esa curiosa paradoja: que los escritores hablamos de los grandes temas de la existencia y sin embargo solemos estar muy poco equipados para la vida práctica. Es una generalización muy arriesgada, lo sé, pero lo que te digo lo he encontrado en la vida de muchos autores, muchos de ellos colegas míos y, claro, también en la mía. Banville lo dice magníficamente: “Los escritores podemos escribir con gran sabiduría acerca de la vida, pero no estamos bien hechos para vivirla. Somos como bebés enormes, sentados en nuestras habitaciones, jugando a nuestros juegos, mientras el gran mundo acontece en otra parte”. Todo esto se encuentra también en el protagonista de Esta casa vacía: Perleche tiene observaciones muy agudas sobre la vida, pero le resulta muy complicado salir airoso de los problemas que se le presentan.

Has escrito libros de cuentos y novelas cortas. ¿Es una preferencia literaria o algo relacionado con tu forma de trabajo?

Yo tengo una especie de obsesión. Para mí un texto debe ser claro y fluido y, a la vez, expresivo y con cierta profundidad. Bajo estas premisas me acomoda más el cuento o la novela corta. Pero si la historia me exige algo de más aliento, debo esforzarme por lograr todo eso en las páginas que sean necesarias. Tengo una novela de más de trescientas páginas que solo publicaré cuando sienta que cumple con esos requisitos. En cualquier caso, creo que lo importante es la calidad y no la extensión.

Por la calidad de tu prosa y por tu temática se te suele considerar un heredero de narradores como Julio Ramón Ribeyro o Luis Loayza. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué otros autores te han influenciado?

Ribeyro y Loayza son autores que admiro mucho y a los que vuelvo siempre, por su buena prosa, por el tono y la elegancia con que escriben. Tienen además una mirada muy particular sobre el mundo, una que tiene que ver con cierta melancolía, con cierto valor existente en lo que declina o está por apagarse. Eso también me interesa mucho. Que si puedo ser heredero o no de ellos: creo que no me toca decirlo. Si hablamos de influencias, una muy grande es Nabokov: me seducen sus descripciones, su musicalidad en el fraseo, sus percepciones sinestésicas. De García Márquez he recogido esa claridad y fluidez que te mencionaba y que en su caso provienen de la influencia de Hemingway y del periodismo. Otro autor que también me ha marcado mucho es Borges, al que cito varias veces en París personal [el primer libro de MGF]. De él he aprendido la concisión, así como el uso eficaz de la puntuación, la búsqueda de ciertas simetrías y paradojas en las tramas, y el ver el mundo como un gran misterio; es decir, como una realidad porosa en la que los hechos más comunes o predecibles pueden esconder un orden secreto. Borges te enseña eso: que aquí y ahora, en este preciso momento, hay muchos mundos posibles y aquello que creemos ver o sentir no es más que un simulacro o una ilusión.

 

Entrevista: Javier Ágreda

Fotografías: Luis Cáceres Álvarez

  • 08 de octubre del 2017

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