Editorial Cultura

Luz de luna: aprendiendo a sobrevivir

Una dramática aproximación al mundo de los afroamericanos

Luz de luna: aprendiendo a sobrevivir
  • 20 de febrero del 2017

Una dramática aproximación al mundo de los afroamericanos

Por fin llegó a nuestros cines la película Luz de luna (Moonlight, 2016), un drama centrado en el mundo de los afroamericanos y que con ocho nominaciones a los premios Oscar se presenta como la única posible competencia a la gran favorita, La la land. Pero al menos en los que respecta al drama propiamente dicho, Luz de luna resulta muy superior a su rival, pues nos muestras, con realismo y profundidad, tres momentos de la difícil vida de un joven marginado socialmente por diversos motivos: el color de su piel, su pobreza, su homosexualidad, etc. Sin lugar a dudas es una de las más intensas y polémicas entre las películas del Oscar.

El director, Barry Jenkins (Miami, 1979), ha optado por emplear tres actores diferentes para que representen a Chiron, el protagonista. En la primera parte es un niño (el actor Alex Hibbert) sumamente tímido y desprotegido, ya que ha sido abandonado por su padre y su madre es una drogadicta. Lo vemos perseguido por los matones del barrio y encontrando una figura paterna sustituta en Juan, un narcotraficante de origen cubano (Mahershala Ali, nominado al Oscar por esta actuación). En la segunda parte Chiron es un adolescente (el actor Ashton Sanders) que en su escuela secundaria sufre todo tipo de abusos, por parte de sus propios compañeros, por su homosexualidad. Y en la tercera Chiron ya es un adulto (Trevante Rhoades), endurecido tras su paso por la prisión, que ha seguido el modelo de vida de Juan y que por fin asume plenamente su homosexualidad y se reencuentra con su amor de adolescencia.

Hay que destacar algunos aspectos en la propuesta de Jenkins (quien también es autor del guion, basado en un relato original de Tarell McCraney), especialmente el hecho de que aunque se trate de una historia racialmente marcada, no se cae en los estereotipos de la denuncia de la discriminación o segregación. En esta ficción no hay “blancos” malvados (casi no se ven personas de esta raza), ni discursos reivindicativos, solo se nos presentan de manera descarnada toda la problemática relacionada con la pobreza y la marginalidad. Pero comprobamos que, a pesar de tantas carencias, Chiron logra completar su proceso de formación y llega a reconciliarse con las dos personas afectivamente más significativas en su vida: su madre y su amigo Kevin.

Otro aspecto a resaltar es la intensidad dramática de las principales secuencias de cada una de las partes de la película, como aquella conversación en la que el niño Chiron le pregunta a Juan qué significa “maricón”, porque su madre acaba de llamarlo así. O la larga secuencia final (casi media hora) del reencuentro entre Kevin y Chiron, cuando Kevin cocina para su amigo, rompiendo de paso los estereotipos machistas. Estas secuencias intimistas y más bien teatrales se complementan con otras mucho más ambiciosas técnicamente, con audaces movimientos de cámara y una excelente fotografía. Luz de luna merece sin lugar a dudas sus múltiples nominaciones al Oscar, que incluyen Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Adaptado y Mejor Fotografía, entre otras.

  • 20 de febrero del 2017

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