Dante Bobadilla

¿Y ahora quién podrá salvarnos?

Antifujimorismo juega a favor de la mafia de Odebrecht

¿Y ahora quién podrá salvarnos?
Dante Bobadilla
14 de diciembre del 2017

 

La serie “Fiscalía investiga a Keiko” parece tener más episodios que Star Wars y ser más larga que la historia sin fin. Es el cuento de nunca acabar. Me asombra hasta qué punto la Fiscalía puede tomarnos el pelo montando una y otra vez el mismo show para entretener a las tribunas y alimentar a la jauría. No entiendo cómo pueden abrir una investigación a Keiko Fujimori a partir de una nota críptica en un celular. Y es que la Fiscalía no actúa guiada por la razón ni el interés nacional, sino por las campañas y titulares de IDL y La República.

Viajar a Brasil a interrogar a Marcelo Odebrecht para que reafirme lo que ya había dicho, es ocioso. Según lo trascendido, este señor solo dio generalidades, dijo no recordar; pero supone que si dice “aumentar 500” quiere decir que hubo un pago previo. Bueno, cualquiera puede suponer eso. La verdad es que no sabe. Dice que quien sí sabe es Barata. Entonces, el siguiente paso lógico sería interrogar a Barata. Pero no. Lo que el fiscal hace es allanar locales de Fuerza Popular.

¿Por qué allanan locales de FP buscando cuentas que son materia de fiscalización de la ONPE? ¿Acaso Keiko es la encargada de manejar las cuentas del partido? Es algo absurdo. El allanamiento a FP fue un acto intimidatorio y matonesco, en respuesta a las denuncias contra dos fiscales. La Fiscalía solo ha mostrado rapidez y eficiencia para perseguir a Keiko, pero incapacidad total para investigar a quienes sí han estado directamente vinculados a la mafia de Odebrecht desde el poder.

Es obvio que la mafia de Odebrecht, como cualquier mafia grande, ha infectado varias instituciones del Estado. No hubieran hecho todo lo que han querido durante quince años si no contaran con la complicidad de varias instituciones y personajes clave con poder para crear cortinas de humo y hacerse de la vista gorda, e incluso emitir normas a su favor. Acá hay muchísimos cómplices de la mafia. La pretensión del fujimorismo de investigar el tema está chocando con muchos intereses, y no basta ser mayoría en el Congreso para destapar el buzón y exponer a todas las cucarachas.

Desgraciadamente el enfermizo antifujimorismo que padecen amplios sectores no facilita la lucha contra la corrupción que ya forma parte del establishment. Más bien juegan a favor de la mafia: todo lo que hace el fujimorismo es cuestionado al unísono. Ni siquiera han tenido la decencia de protestar por el allanamiento fiscal a un partido político, al mejor estilo de una dictadura. Al contrario: lo han aplaudido por tratarse del fujimorismo y, para colmo, han denunciado a los congresistas que acudieron preocupados a su local. Eso pinta de cuerpo entero el nivel de nuestros políticos.

Es evidente que lo que prima acá no es luchar contra la corrupción. Eso fue tan solo el cuento de campaña que originó al antifujimorismo como pose política y moral. La corrupción se disfrazó de antifujimorismo para utilizar a los tontos útiles y los medios a su favor. Ahora estos pasan la encrucijada de abandonar su antifujimorismo patológico y luchar contra la corrupción, o seguir con su obsesión y hacerle el juego a la corrupción. Todo parece indicar que prefieren secundar a la mafia con el argumento barato de defender la democracia y la institucionalidad.

El país está a la deriva y el presidente, lejos de liderar la lucha contra la corrupción, prefiere parapetarse detrás de la Constitución para no responder a una comisión del Congreso que solo quiere conocer su versión de los hechos. No hay ningún artículo en la Constitución que le impida responder preguntas. Nadie lo ha acusado de nada ni lo están procesando por nada. Sacar la Constitución como excusa para no responder es bastante ridículo y peligroso. El tsunami crece y tarde o temprano va a llegar.

Paradójicamente, el vapuleado fujimorismo parece ser la única piedra de salvación que tiene el país en este momento. Todo lo demás está podrido o se hunde.

 

Dante Bobadilla
14 de diciembre del 2017

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