Juan Carlos Valdivia

Urresti debe irse

Urresti debe irse
Juan Carlos Valdivia
12 de enero del 2015

Sobre la república, el poder y la farandulización de la política.              

La principal regla de un sistema republicano es que todos los ciudadanos son iguales ante la Ley. Pero hay un respeto especial hacia aquellos que representan la voluntad popular. Por eso en la jerarquía de empleados del Estado, aparecen en primer lugar el Presidente de la República, los presidentes de los otros poderes y los congresistas. Es el voto popular el que otorga poder en una república

Los ministros de Estado son en ese sentido una extensión del Presidente de la República. Él los nombra y ellos se hacen responsables políticos de los actos de gobierno. La responsabilidad política es la que se asume frente al Congreso y es diferente a cualquier responsabilidad de carácter civil o penal, que se asume frente al poder judicial.

Pero los ministros no dejan de ser empleados nombrados. Por lo tanto deben cumplir con las reglas de todo funcionario: neutralidad, respeto a la Ley y practicar la austeridad republicana. Este último concepto no se refiere solo a lo económico sino a la prudencia y ponderación con que deben actuar.

Es obvio que Daniel Urresti desconoce estos conceptos. Ha pasado de ser un militar en retiro hace dos años, a encargarse de la lucha contra la minería ilegal y luego a ocupar el despacho de ministro del Interior. Su estilo mediático le trajo rápidamente un reconocimiento ciudadano y un importante respaldo a su gestión. Esto –por falta de preparación- le ha traído problemas. Tiene una sobredosis de poder y cree que puede actuar así mientras consiga cierto respaldo.

Sin embargo su comportamiento, cuando desde el tuiter ataca a medios de comunicación, periodistas, líderes de la oposición, ex presidentes de la república y congresistas, es un comportamiento que afecta el orden republicano. Su estilo provocador y agresivo está más cerca de aquellos personajes que pueblan nuestra televisión (Mero Loco, Andy V. y otros) que de quien tiene un encargo especial del Presidente de la República. Urresti es el mejor ejemplo de cómo nuestra política se ha “farandulizado”, donde lo importante no son los principios ni los valores, tampoco el respeto por la persona, sino ser famoso. Y sin duda Urresti lo ha conseguido.

Lamentablemente hay quienes, por su escasa formación, respaldan a Urresti. Comenzando por el Presidente Humala y su esposa, para quienes atacar a la oposición de manera grosera e irrespetuosa convierte a quien lo hace en el interlocutor que buscan. Por eso el Presidente se precia de ser “chusco y chabacano”: en el gobierno están convencidos que su espacio de comunicación es ese: el del “Trome”, el de Andy V. o Luisito Caycho. Esos son sus referentes.

Los hay también desde el periodismo, porque no saben distinguir sus asuntos personales con el Apra o el fujimorismo, y por lo tanto, siguiendo la premisa “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, respaldan al cavernario ministro. Es un periodismo que no respeta los principios y valores porque, como el presidente, se reconoce pragmático.

Conozco cercanamente a varios ministros y los tengo por gente decente y respetuosa que  no creo que se sientan cómodos compartiendo espacios con un sujeto arrabalero como Urresti. Hace tiempo que el ministro Urresti dejó de ser gracioso para convertirse en un matón de esquina. No está preparado para el puesto, ni para el poder que tiene. Urresti debe irse.

Por Juan Carlos Valdivia
(12 - Ene - 2015)

Juan Carlos Valdivia
12 de enero del 2015

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