Juan Carlos Valdivia

¿Una nueva izquierda?

¿Una nueva izquierda?
Juan Carlos Valdivia
12 de octubre del 2015

Sobre la candidatura presidencial de la congresista Verónika Mendoza

La izquierda capitalina celebra alborozada el triunfo de Verónika Mendoza. Lo hace porque les preocupaba aparecer tras una figura como Marco Arana, vinculado a los movimientos antimineros. Es que la izquierda capitalina quiere aparecer moderna, y no enfrentada al capital, ni a la inversión privada.

Pero la simpatía de Verónika Mendoza, que sirve para alegrar algunas caratulas, se desdibuja apenas comienza a mostrar su pensamiento. No hay entrevista de alguna profundidad donde no haya mostrado su estatismo setentero, donde no hable de cambiar el modelo económico, de modificar la Constitución. Su discurso está lleno de los lugares comunes que la izquierda repetía a inicios de los ochenta, desprecia el capitalismo salvaje, habla de nuevas formas de democracia, defiende al Estado empresario.

La flamante candidata de Fuerza Social no ha gestionado ni una ONG, ni una bodega. Lo más cercano a un cargo administrativo ha sido el que tuvo en el Partido Nacionalista. No ha pagado sueldos, ni generado rentas. Gracias a su amistad con Nadine Heredia logró colarse en el Congreso, y también gracias a que el partido nacionalista obtuvo una votación mayoritaria en el Cuzco. Todos los congresistas cuzqueños fueron candidatos del humalismo. No había pierde.

Curioso que la izquierda opte por una figura que recibe trato amable de los medios de comunicación pero sin trayectoria, antes que por un cuadro orgánico como Marco Arana. No es el mismo caso de Humala, que traía consigo un fuerte financiamiento y relaciones con la izquierda latinoamericana.

Es evidente que el siguiente paso es la alianza con el frente que lidera Sergio Tejada, quien pasará a ser parte de la plancha izquierdista y probablemente lidere la lista a congresistas por Lima.

La izquierda de internet, la que trabaja mejor en el mundo virtual que en el real, está empujando por un recambio generacional. Ya Marco Arana era un salto generacional, pero ellos parecen haber optado por superar a la generación que hoy anda por los cincuenta años (Arana, Francke, Rocío Silva) para entregar las responsabilidades de liderazgo a los que bordean los 35.

¿Podrán trascender más allá del tuiter y del facebook? ¿Podrán lograr la empatía con una ciudadanía que trabaja día tras día, que está esperando propuestas antes que protestas? Veremos cómo resuelven los problemas de unidad y si logran presentar una propuesta innovadora más allá de las caras simpáticas.

Por: Juan Carlos Valdivia

Juan Carlos Valdivia
12 de octubre del 2015

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