Daniel Córdova

Reformas, impulso, discurso

Reformas, impulso, discurso
Daniel Córdova
22 de junio del 2016

Tres campos en los que PPK deberá actuar con firmeza

PPK es el presidente con mejor perfil que hemos tenido en décadas. A diferencia de todos los anteriores, no hay técnico que lo pueda sorprender. Eso es lo bueno. Lo malo es que no es político, y por ello corre el riesgo de no saber manejar políticamente el gobierno, en el buen sentido del término. De ahí que deba evitar a toda costa ser el presidente del establishment, del más de lo mismo.

Como bien lo ha señalado Carlos Meléndez, Keiko Fujimori de alguna manera representó a los descontentos con el sistema: a los más pobres y a las mujeres. Hugo Neira ha invitado a la izquierda a pensar un poco, a admitir que la derecha ha sido más popular que la izquierda y que hay que intentar entender este fenómeno, básicamente anti establishment. Como lo es también la izquierda representada por el Frente Amplio, aunque con un discurso distinto, más tradicional.

Dos tercios del Parlamento entonces representan, de cierto modo, el anti statu quo. Quiere que las cosas cambien. Quieren sentir que el gobierno está haciendo algo por la seguridad y por la justicia; quieren participar de los beneficios del crecimiento económico. Para ello resultan necesarias reformas drásticas, impulso económico y un discurso que enamore a la población. Pero las reformas deben ser agresivas, sin temor a ser impopulares. Porque parte del statu quo, es caer en la facilidad de hacerle el juego al populismo y, en algunos casos, al crimen disfrazado de protesta.

Si hay que fusionar los servicios de salud del MINSA y de EsSalud, impulsando la gestión privada de los nosocomios hoy ineficientes, pues ¡adelante! Si hay que hacer competir a los directores de los colegios públicos o reformar la gratuidad de la enseñanza en las universidades estatales en función del colegio de origen de los estudiantes, habrá que hacerlo. Si se requiere flexibilidad laboral para hacer más competitivas a las empresas, vamos. Si hay que proponer una reforma profunda del Poder Judicial y de la Policía Nacional, que no le tiemble la mano al presidente. Y si hay que meter presos a quienes bloquean carreteras y reactivar el servicio de inteligencia para capturar delincuentes, hay que hacerlo.

En el ámbito económico, la presencia del presidente ahí donde se necesite destrabar un proyecto será crucial. Ello implica deshacerse el nudo de la corbata y trabajar en el campo; con alcaldes, gobernadores, organizaciones de base. Ya se escuchan ideas de reformas que harían el milagro de destrabar proyectos mineros o de formalizar la economía, sin moverse del escritorio. Nada de eso se logrará sin gestión, sin empuje o sin un mensaje político disruptivo.

En 1970 el presidente de Corea, Park Chung Hee (cuya hija es hoy presidenta), lanzó una iniciativa para modernizar el mundo rural, a la que llamó Saemul Undong (Nuevo Movimiento Comunitario). Un discurso modernizador fue el mensaje que acompañó este proyecto para mejorar las condiciones de vida de la población, que era ejecutado por las organizaciones de base con el apoyo del gobierno. Algo que no se encuentra en los libros de texto y que es desconocido en la órbita corporativa.

 

Reformas estructurales, impulso económico y discurso político. Tres campos de acción en los que PPK tendrá que incursionar, abriéndose a nuevas posibilidades. Esto si lo que pretende es ir más allá del statu quo, salir del círculo del establishment y modernizar el país.

Daniel Córdova

 

Daniel Córdova
22 de junio del 2016

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