Dante Bobadilla

Nuevo gobierno, viejas ideas

Nuevo gobierno, viejas ideas
Dante Bobadilla
04 de agosto del 2016

La revolución social, la gran transformación y otras grandes soluciones

No sé ustedes, pero yo estoy cansado de oír las mismas ideas presentadas, con nombrecitos diferentes, como grandes soluciones y novedades de vanguardia. Pasamos de la gran transformación a la revolución social, volviendo a hablar de la reforma educativa, la descentralización y de ese caballito de batalla de la “nueva izquierda”: la diversificación productiva. Nada de eso es nuevo, se repite hace medio siglo. Por eso sonrío cuando leo columnistas caviares garabateando esas ideas en el diario más importante del país, como si fueran suyas y acabadas de descubrir, exigiendo políticas públicas en estos frentes. Ya hemos pensado, dicho e intentado todo eso por mucho tiempo y seguimos en el mismo sitio. Creo que es más bien hora de hacer algo diferente. ¿No? Alguien dijo que solo los idiotas siguen haciendo lo mismo, pensando que llegarán a resultados diferentes.

La fórmula del progreso y del desarrollo no es ningún misterio. Solo hay que copiar a los países que en el último medio siglo surgieron de la pobreza y hoy son potencias exportadoras. Pero acá nunca quisieron copiarlos porque prefirieron mirar revoluciones fracasadas como la cubana, impregnándose con el discurso lírico socialista —orientado hacia aspectos sociales, a la reivindicación, a la lucha contra la opresión y toda esa cháchara barata recurrente—, en vez de ocuparse de proveer infraestructura y herramientas de desarrollo a la sociedad, garantizando la seguridad en un ambiente de libertad, y alentando la competitividad dentro y fuera del país.

No. Eso no les gusta. Acá quieren solucionar los problemas de la gente desde el Estado, con activismo social y tratando de identificar dónde hay un sector disconforme para correr a asistirlo con leyes que garanticen sus “derechos”, para convertirlos en clientes. Así fue como convirtieron el empleo en un “derecho”, como si eso generara más empleos, en lugar de simplemente alentar las inversiones con libertad empresarial. La consecuencia de los derechos laborales fue simplemente la reducción y el deterioro del empleo. Pero aun así insisten en las mismas ideas fracasadas, enamorados de los derechos que casi nadie tiene. Adoran los conceptos líricos, les encanta sentirse luchadores sociales y reivindicar derechos. Creen que son grandes conquistas, pese su fracaso en los hechos. Solo estoy describiendo el perfil de lo que ciertos autores llamaron “el perfecto idiota latinoamericano”.

PPK tiene un discurso socialconfuso lleno de clichés y poca coherencia. Es un hombre que dice y se desdice. Hasta se proclamó de izquierda en una ocasión. El principal problema de no tener claras las ideas fundamentales de doctrina política es que se toman decisiones al compás de la coyuntura, dejándose llevar por la emoción social y por la presión progresista e idealista dominante, acogiendo ese cúmulo de ideas líricas fracasadas. Tampoco creo que Keiko Fujimori hubiese sido mejor en este aspecto. El fujimorismo naufraga sin ideología. Hoy se niega a la reducción del IGV, preocupados más por el Estado que por la gente; es decir, por un gigantesco Estado ineficiente que solo en corrupción pierde más del 2% del PBI con una planilla onerosa. Y hasta han adoptado un discurso antiempresa y pro Estado. No hacen ninguna diferencia con el resto.

Escucho declaraciones de los voceros del nuevo gobierno diciendo que harán reformas en el sector laboral, pero sin tocar los consabidos “derechos laborales”. Esto ya es para reír. Es como querer curarse del cáncer sin tocar el tumor. Volvemos a lo mismo de siempre. Lo que nos tiene atados al subdesarrollo es precisamente este tipo de ideas que no podemos superar. Consagrar estas ideas es como soltar las anclas en el subdesarrollo. Y es lo que venimos haciendo desde hace tiempo. No veo que este gobierno tenga una visión diferente y menos el coraje para tomar decisiones importantes. En especial para ir en contra de la corriente y del establishment caviar que hoy domina los medios y se siente dueño de las ideas. Con un libreto gastado, sin coraje, sin partido, sin doctrina y sin aliados no sé cómo va a terminar PPK.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
04 de agosto del 2016

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