Jorge Valenzuela

“Me siento sucio”

“Me siento sucio”
Jorge Valenzuela
11 de marzo del 2015

A propósito de la biografía de Juan Marsé y los premios literarios.         

Una de las cuestiones que más se discute, y que causa más polémica en la comunidad de escritores, es la forma en que se conceden los premios literarios, desde el Nobel hasta la más humilde de las menciones honrosas en el concurso del pueblo más recóndito de cualquier país del mundo. 

Hasta donde sé, son escasos los testimonios, en el Perú, de los llamados jurados o de los involucrados en la concesión de un premio, sobre todo si alrededor de ese certamen se generó alguna clase de desacuerdo o jaleo, como dicen los peninsulares. Como es costumbre entre nosotros, preferimos el silencio o el secreto. Y me incluyo. Suponemos que es de mal gusto entrar a una discusión en torno a un fallo (a pesar de no haber estado de acuerdo con el resultado final), o que, habiendo sido invitado a formar parte del jurado de un premio importante, debemos honrar, manteniendo la discreción, a quienes nos pagaron para desarrollar una tarea que muchas veces nos granjea enemigos o nos expone a situaciones desagradables. 

A Juan Marsé, convicto y confeso contestatario de las formas, desde luego, no le ha importado nada de eso. Y para pasar más aún a la posteridad ha permitido que quede constancia, en la reciente biografía escrita sobre él por Josep María Cuenca Mientras llega la felicidad, de lo nauseabundos y arbitrarios, por no decir estúpidos, que pueden llegar a ser los procesos de premiación que se esconden detrás de los más importantes galardones españoles de novela como el Premio Planeta. Cuenca ha apelado a fragmentos del diario de Marsé y a otros documentos para reconstruir este entramado de insensateces que, al parecer, está siendo utilizado para vender el libro, algo que, por otra parte, si bien consigue despertar el morbo, no le hace justicia a la totalidad del libro y menos a la vida del escritor catalán, rica en experiencias. 

La forma en que quedan comentadas por Marsé las novelas de Jaime Bayly en la premiación del 2005 y de Lucía Extebarría en el 2004, no son nada halagüeñas, pero quizá ese no sea el problema mayor. El proceso descrito para el otorgamiento del Premio Planeta constituye en sí un vicio que destruye la buena fe de los concursantes. Según Marsé, al jurado le llega una preselección de las novelas presentadas (cinco) de las que tiene que salir el ganador, realizada por un comité de lectores internos y externos a la editorial. ¿Es este un modo legítimo de premiar y de asumir finalmente, como jurado, la responsabilidad del fallo de un premio? Para Marsé, por supuesto, la respuesta es no. Y no creo que lo sea para alguien que quiera sentirse tranquilo y dormir bien después de haber permitido que las cosas sucedan de esa manera. 

Entre nosotros, y hablo en mi calidad de jurado de varios concursos literarios de nuestro medio, felizmente las cosas no son así, por lo menos en los que he participado. No empleamos a una comisión que preselecciona los trabajos y nos da lo que, supuestamente, consideran lo “mejor”; ni mucho menos “arreglamos”, como en el caso testimoniado por el propio Jaime Bayly, el previo otorgamiento de un premio. Eso da asco. Si son 1900 los cuentos que se presentan, pues pasamos por encima de los 1900 cuentos, si son 170 novelas, lo mismo, eso sí, (hablo, desde luego a título personal) dándole a cada texto la oportunidad que se merece, oportunidad que si no es aprovechada por el escritor desde el inicio con buenos argumentos literarios, (me refiero a buena prosa, originalidad, consciencia de la tradición previa, talento, manejo de la técnica) perderá de manera irremisible. Por ello es grato ver cómo en los concursos los buenos textos se van imponiendo a los jurados de forma clara, cómo se van haciendo memorables, cómo van generando sintonías y acuerdos a lo largo de varias sesiones que, al final, producen, con las discusiones finales del caso, la unanimidad o la mayoría en el resultado final. 

Creo que Marsé nos ha dado a todos los involucrados en estos menesteres una gran lección de honestidad a pesar de que en el camino hayan quedado maltrechos algunos prestigios literarios (ya bastante deteriorados, por cierto). En algún momento de su diario, en el 2004, con motivo de lo que experimenta en su condición de jurado del Premio Planeta escribe: “Me siento sucio”. Creo, honestamente, que es algo que nunca deberíamos permitir que nos suceda. No solo por nuestro bien, si no por el de la literatura peruana.   

Por Jorge Valenzuela
11 - Mar - 2015  

Jorge Valenzuela
11 de marzo del 2015

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