Dardo López-Dolz

Los progresistas

Los progresistas
Dardo López-Dolz
20 de octubre del 2015

Sobre quienes dicen que representan el progreso pero son todo lo contrario

La civilización humana, Perú incluído, ha ido progresando hacia formas de interacción con menores niveles de pobreza, mayores niveles de salubridad, más acceso a la cultura y mayores niveles de libertad de las personas. Si algo sigue fallando, es la eficiencia en el uso de lo recaudado vía impuestos.

Al producirse estas mejoras, la mayoría de los que estaban pésimo están ahora bien o por lo menos no tan mal como estaban, y los que estaban antes bien, usualmente están ahora mucho mejor. Es decir la distancia entre unos y otros siempre se mantiene o se incrementa, esto que lleva a algunos a alarmarse o reclamar por la persistencia de esta diferencia, abogando por un utópico ideal de igualdad.

Un grupo que se ha adueñado -sin resistencia- del concepto progreso, auto denominándose “progresistas”, con gran pompa y poco sustento (ya que progresar implica mejorar, no correr como lemmings rumbo al abismo), insiste en dotar a los unos de más a costa de quitarle a los otros. Ubicándose en el medio ellos, aspiran a ganar más administrando esta redistribución de riquezas, sin haber realizado el esfuerzo inteligente, intenso y sostenido, imprescindible, para obtenerla honestamente.

Este grupo, que inefablemente pregona una pretendida honestidad cual vendedor de carros usados, demuestra exactamente lo contrario cada vez que accede al poder. Se ha especializado en el autobombo, al aplauso a sí mismo y a los de su clan, y ha venido invadiendo con eficacia los organismos de cooperación internacional, buena parte de la prensa y la cátedra. Desde allí vienen acuñando un nuevo lenguaje y reinventando antojadizamente la historia, empeñándose en apabullar la razón, pilar del desarrollo, a fuerza de sentimentalismo.

Apoyándose a menudo en la utilización de figuras populares por ser buenos actores, cantantes, futbolistas o novelistas, han desplazado la valoración racional del análisis cotidiano, reservándose, cual clérigo fundamentalista musulmán, el derecho a definir qué es lo políticamente correcto o incorrecto.

Fruto de ese desatino, la alucinada teoría del Estado de Bienestar ha destruido a la hace poca próspera comunidad europea, muchos países del vecindario, y está debilitando aceleradamente a los EEUU, dejando el plato servido para ser devorado por el modelo neo-monárquico denominado Socialismo del Siglo XXI o alguna otra variante dictatorial por inventarse.

Aunque a estas alturas de la campaña no se avizora un triunfo probable de tal tendencia, Lima Metropolitana ha probado lo destructiva y desfachatada que puede ser. Ojalá quienes finalmente ganen la presidencia y las mayores representaciones en el Congreso tengan claro el riesgo, y que en su afán de captar el aún sector indeciso grande no se deje envolver, involucrando tan nefasta presencia en sus listas para captar más votación. Ellos, una vez en el Congreso, no conocen lealtad, ni al país ni al partido que los llevó, pues, en abierta discrepancia con su hablar, son los adalides del hedonismo y la conveniencia propia.

Por: Dardo López-Dolz

Dardo López-Dolz
20 de octubre del 2015

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