Marco Sipán

La utopía de la sociedad civil

La utopía de la sociedad civil
Marco Sipán
23 de febrero del 2016

La construcción de una república de ciudadanos

Los contractualistas ingleses -Hobbes y Locke- aún con sus distancias, presentaron una filosofía política que apelaba a la negociación entre los miembros de una comunidad para constituir un contrato en el que todos tendrían la misma relación con el poder una vez que este se le entregara al soberano, es decir al Estado.  De la misma forma, los iluministas franceses como Rousseau, Montesquieu, entre muchos más, modificaron la forma de ver lo público y lo privado, generando una negociación que permita tener un Estado que vele por el contrato social que los diferentes estamentos de una sociedad pudieran establecer, siempre que contengan un sentido humanista,  que busque el progreso social y el desarrollo material, sin interferencia en la esfera privada de cada quien. Es Hegel quien va conceptualizar mejor la idea de Estado y su relación con la sociedad civil.

A partir de la mitad del siglo XVIII, la burguesía luego de muchas victorias intelectuales transforma el régimen feudal e implanta mediante revoluciones en toda Europa, el Estado de derecho liberal burgués, intentando homogenizar a todos los miembros de una sociedad, impartiéndoles derechos y deberes comunes. El Estado, desde ese momento, tendría derechos y deberes con sus ciudadanos, como el derecho a la exclusividad de la violencia, la emisión de leyes y el cobro de impuestos, entre otros. Y como deberes, tendría que garantizar la calidad de vida adecuada para sus ciudadanos, asegurar el cumplimiento de las leyes, mantener el orden público. Desde este punto de vista, bajo la tutela del Estado se encontraría la sociedad civil, que también tendría deberes y derechos emanados desde la constitución.

El sistema político sería la conexión adecuada a través de los partidos que servirían de mediadores para que la sociedad civil pueda intervenir en las decisiones del Estado. La mayor crítica a este enfoque es la de Karl Marx, para quien el espacio humano designado como la sociedad civil, es muy diverso e incluso existen dentro, sectores con diferencias antagónicas. Todo el desarrollo de la obra de Marx trata e incide en cómo un sector se apropia de los recursos y productos del trabajo de los demás; y, por tanto, la participación en las decisiones estatal, es desproporcionada. A un lado, la burguesía conviviendo con el poder político dirigiendo el Estado y su contraparte, los trabajadores, organizando acciones colectivas para presionar por mejores políticas públicas.

La teoría de la sociedad civil sigue actualizándose. El texto “Sociedad civil y teoría política” de Jean Cohen y Andrew Arato hace un recorrido sobre ello dejando claro que Hegel es la fuente de inspiración de los estudios relacionados en adelante. Gramsci, también, desarrolló la relación tripartita entre sociedad civil, economía y Estado.

En el Perú, se constituyó una República sin ciudadanos; y, en la actualidad, la idea de sociedad civil está más vinculada a las ONG´s que a las organizaciones, instituciones o fuerzas sociales; mucho menos, de naturaleza popular. Algunos intentan apelar a la idea de ciudadanía y sociedad civil, cuyo sostén social serían las clases medias, para poder legitimar discursos políticos. Hoy queda claro que la burguesía peruana nunca quiso seriamente, como sus pares europeos, construir una sociedad civil: democrática, con trabajo, educación y salud dignas. Sin una sociedad civil que concerte pactos nacionales, mirando hacia el futuro, seguirá campeando el caos, el desgobierno, la corrupción y el aprovechamiento de todos contra todos.

Por Marco Sipán

 
Marco Sipán
23 de febrero del 2016

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