Dardo López-Dolz

La casa de naipes

La casa de naipes
Dardo López-Dolz
09 de diciembre del 2014

Acerca de la creciente ola corrupción que parece envolver al gobierno

Siempre es moralmente condenable negar a los amigos, además difícil de sostener ante los ojos informados. El riesgo de que los hechos y negocios de sus socios y amigos acabe arrastrando al que los niega es grande, el recurso de Judas rara vez es sostenible. Basta una sola prueba de la solidez y continuidad del vínculo para desbaratarlo.

Pocas veces en la historia, un gobierno aún estando al garete, ha tenido tal ausencia de gente que quiera verlo caer, es trágico verlo dispararse ya no a los pies sino a sus órganos vitales.

La coyuntura era ya bastante complicada para que un Ministro “aceptase” una renuncia no presentada del procurador anticorrupción por negarse al blindaje del amiguísimo presidencial en problemas. Olvidando el ministro, que estuvo él mismo entre los entusiastas partícipes de la caída del gobierno de Fujimori ante evidencias similares obtenidas del mismo modo. Como aquellos entonces, parece pensar que el poder es eterno.

Claro que la honestidad hace la diferencia, como todo en esta vida, su ausencia se hace sentir fuerte.

Sospecho que los reiterados aspavientos de matón en recreo o pata gracioso en juerga de juventud, irán perdiendo capacidad de distraer conforme vaya siendo claro que estamos ante un problema que puede tornarse serio.

No se trata hoy de esa vigilancia policial indebida a un condominio surcano seguida de un comunicado naval, especie de ¨ampay me salvo y salvo a mis compañeros¨, aclarando quien es responsable por las salidas de la residencia obligada del ¨doc¨. Eso quizá recién tendrá posibilidad de ser esclarecido si después del actual es elegido un gobierno decente.

Tampoco me refiero a los inmensos expedientes de relaciones de autoridades, no solo de nivel regional, con una organización de prácticas gangsteriles que llena portadas. Aún cuando eso puede arrasar a la oficialidad y al oficialismo contemporáneos.

Lo más preocupante hoy es que cuando se descubren indicios sólidos de corrupción en el círculo más interno de un mandatario que, como todos saben, se caracteriza por contar con un ¨network¨ más pequeño que el de una monja de clausura en convento de pueblo chico; la llama incinerante puede subir quemando muy rápido, incluso pese a las miradas deliberadamente complacientes de un empresariado post virreinal a menudo cortesano y corto de vista frente al riesgo político.

En el no deseado caso de que la casa de naipes gubernamental acabe desmoronándose a fuerza de torpes soplidos del propio inquilino y sus ad lateres, el caos podría avanzar más rápido de lo que nuestra frágil institucionalidad puede procesar, ante la falta de evidencia de un líder que exhiba moralidad e inteligencia confiables dentro de la secuencia constitucional. Y ya sabemos de gentes capaces de sacar partido a ritmo de guaguancó.

Urge analizar veloz y seriamente la coyuntura, deponiendo diferencias de matiz, para construir estructuras institucionales capaces de apuntalar la frágil institucionalidad democrática. De otro modo, como sucedió en el Altiplano, el caos sobreviniente puede acabar cavando una segunda tumba para la libertad.

Por Dardo López Dolz
(09 - dic - 2014)

Dardo López-Dolz
09 de diciembre del 2014

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