Erick Flores

Escohotado y Alberdi. Una lección sobre la crisis.

Se terminó la fe en la política y es hora de pensar diferente

Escohotado y Alberdi. Una lección sobre la crisis.
Erick Flores
27 de marzo del 2018

 

Luego de una semana bastante movida en términos políticos, parece que las aguas se han calmado. Sin embargo, que Vizcarra haya asumido la Presidencia tras la renuncia de PPK, no ha atenuado un problema que se ha ido incrementando desde hace muchos años y que —al día de hoy— se presenta como la crisis política más grande que hemos tenido en lo que va del siglo. Y no son solo los escándalos de corrupción que se han venido destapando en el último tiempo, sino la misma praxis política, la que ha terminado por asentar una realidad incontrovertible que es la pésima reputación que se ha ganado nuestra clase política, que nunca antes en la historia ha estado tan desprestigiada como lo está hoy.

Ante este contexto, los gurús de la intelectualidad y la academia han salido a decir que nuestra clase política no da para más, que lo que necesita nuestro país es una renovación y que este resulta ser el escenario perfecto para cerrar la página lo antes posible y comenzar a pensar en una nueva política. Bajo el eslogan “¡que se vayan todos!” se ampara la idea de que la corrupción en la política se resuelve con nuevos políticos. De esta forma terminamos abrazando la creencia de que no es la política sino las personas lo que no termina de encajar en nuestra sociedad. Sin embargo, la historia viene demostrando que la realidad siempre supera a las buenas intenciones.

Si una clase política se va, pues simplemente otra la reemplaza. Cambian los rostros, cambian los partidos, hasta pueden cambiar las ideas que nos venden y las estrategias que usan para conquistar el poder; lo que no cambia jamás es el sistema en el que nos encontramos. La promesa del cambio está presente en cada periodo electoral. La política viene renovándose siempre, y los resultados nunca han dejado de ser los mismos. Creer que una nueva casta de políticos, por muy decentes y honestos que se presenten, va a lograr lo que otra no consiguió es pecar de ingenuos, es pecar de inocentes.

Y pese a que el panorama parece sombrío, no todo está perdido. De la misma forma en que las circunstancias se prestan para pensar, equivocadamente, que la solución pasa por renovar la clase política, esta situación también nos permite pensar en otras alternativas. Es imperativo aprovechar la coyuntura para educar a la gente, explicarles que todo lo que nos está pasando no es más que la consecuencia natural de haber depositado toda nuestra confianza en la política. Dicen que la locura tiene que ver con hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Pues quizá estemos locos, porque nuestra sociedad viene depositando su fe en la política al menos desde que tenemos vida republicana; paradójicamente, siempre estamos esperando resultados distintos.

El escenario político es tierra fértil para sembrar las ideas que nos liberen de nuestras ataduras. La fe en la política nos ha traído hasta aquí y ya es hora de comenzar a pensar diferente. Nadie puede adivinar el futuro, pero si seguimos apostando por lo que hemos probado por casi 200 años el resultado es previsible. La gran lección que debemos aprender de esta crisis política se puede resumir parafraseando al gran Antonio Escohotado, quien con base en sus investigaciones ha concluido que el progreso, la prosperidad, el desarrollo, el bienestar, la riqueza y todo lo que anhelamos de una forma u otra, ocurre por la noche, justo cuando los políticos duermen.

Tal y como dijo Juan Bautista Alberdi: “Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos, esperan una cosa contraria a la naturaleza”. Y este es el mensaje que debemos llevarle a la gente. Si ya intentamos con la política y los resultados son siempre nefastos, ¿por qué seguir confiando en ella? ¿Por qué no intentar, por ejemplo, con la libertad?

 

Erick Flores
27 de marzo del 2018

COMENTARIOS