Juan Carlos Valdivia

El Tibiri Tabara

El Tibiri Tabara
Juan Carlos Valdivia
29 de febrero del 2016

Sobre la incertidumbre que genera el JNE

Allá a mediados del siglo pasado, el mítico cantante Daniel Santos popularizó “El tibiri tabara” que supuestamente hace referencia a un bar que existió en México. Hay quienes afirman se refiere a una persona pintoresca en su forma de vestir y hablar, aunque otros afirman se refiere a una pachanga o bailongo popular.

En todo caso, todos los significados hacen referencia a una situación o personaje desarreglado, contradictorio, pero festivo.

A algo parecido se presenta nuestro proceso electoral, cuya cabeza visible, el magistrado Francisco Távara, presidente del Jurado Nacional de Elecciones, no hace sino profundizar ese sentimiento que existe en la ciudadanía sobre lo poco predictible que resulta la actuación de los organismos jurisdiccionales.

Hace quince días se produjo la denuncia del programa Panorama respecto a la entrega de dinero a votantes del candidato César Acuña, acto expresamente prohibido por la Ley y que es sancionado con la exclusión del candidato infractor. Es un hecho que el mismo candidato ha aceptado. Y como dice el aforismo “a declaración de parte, relevo de pruebas”. ¿No han podido los organismos electorales resolver esta denuncia con premura y evitar que Acuña siga en campaña generando mayor confusión entre los ciudadanos?

En el caso del candidato Guzmán, han proliferado las acciones legales que buscan corregir la decisión del Jurado Electoral Especial que le ha permitido proseguir en campaña. ¿Cuánto tiempo tomará resolver este caso? Mientras tanto, Guzmán sigue organizando reuniones y caminatas. ¿Qué pasará si finalmente el JNE decide que su candidatura es nula, manteniendo el criterio de su primera resolución sobre la materia?

Los organismos electorales gastaron importantes sumas de dinero promoviendo una reforma electoral que fortaleciera a los partidos, que acabara con los “vientres de alquiler”, que hiciera transparente el financiamiento de las campañas. Su principal preocupación debió ser tener un proceso debidamente planificado, con etapas preclusivas, y que permitiera tener candidaturas a la Presidencia y al Congreso viables legalmente los primeros días del año. Porque esta situación de tener candidatos en campaña, pero no legalmente inscritos, hay que decirlo, se viene repitiendo en varios procesos. Y a las autoridades electorales no les merece la misma preocupación que otros puntos de su llamada reforma electoral.

El resultado es un proceso impredecible, sin orden. Y eso es aprovechado por politicastros para hablar de fraude con una ligereza inaceptable. Mientras tanto las autoridades electorales parecen bailando “el tibira tabara”.

Por Juan Carlos Valdivia

 
Juan Carlos Valdivia
29 de febrero del 2016

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