Hugo Neira
El sur, eje de la religión católica en el siglo XXI
La sencillez del lenguaje del papa Francisco
Hay en el papa Francisco, más allá del vestuario (que es modesto) y del ritual eclesiástico, un tono, una manera de ser y de expresarse que llega a todo el mundo. ¿Qué trae consigo? La sencillez. Es directo. Pero como veremos, no siempre su flechazos críticos son para el cuerpo mismo de la Iglesia —es decir, sacerdotes, obispos, monjas, etc.—, sino también para el laico. En efecto, se ocupa de algo que podemos llamar los comportamientos correctos o su contrario. Son observaciones críticas. Muy críticas.
Y sin embargo es un Papa amable. Y que sabe matizar tan altos cargos con gestos espontáneos. En el avión que volaba hacia Iquique, se encuentra con una pareja casados civilmente, pero no por la iglesia, y les propone casarlos de inmediato. Y entonces hubo boda, cerca del cielo. En otra ocasión, en Lima, desciende del papamóvil: una señora, de 99 años y además ciega, su hijo con un letrero en la mano. Y el padre Francisco baja y bendice a esa anciana, confirmando lo que ya sabíamos. Su corazón y su amor por los más humildes y más necesitados.
En Santiago menciona varias veces el tema de los curas pederastas, “no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza ante el daño irreparable causado en los niños”. Los llama “llagas”. La Iglesia conoce sus llagas, y por eso comprende a los demás. Bien podríamos enfrentar las nuestras. La envidia del otro. La intolerancia. El gusto por decir quién es y no es “decente”. El chisme. La prepotencia.
He aquí algunas de sus frases antes de venir a Lima:
No somos mejores que otros. No somos sino perdonados. La primera frase tiene un contenido enorme. Siendo inevitablemente un cuerpo de elite, los estudios —tanto de teología, de lenguas—, los colocan por encima de la gente corriente. Es decir, del pueblo. Y entonces, se abre una brecha entre la humanidad católica y sus eclesiásticos. ¿Ser culto y a la vez no alejarse del pueblo? Ahora bien, esa misma tendencia elitaria puede ser propia de uno u otro obispo, pero la verdad es que es casi corriente en líderes y jefes de partidos políticos. Y en vanidosos catedráticos. Y en el mundo de los intelectuales.
Dicho ante obispos chilenos: “Los laicos no son nuestros peones ni nuestros empleados, no tienen que repetir como loros lo que les decimos”. Podemos pensar que también es un tacazo de cuatro bandas que recae sobre los políticos que suponen que tienen una clientela y partidarios. Para no ser loros, los miembros de un partido, una escuela, una universidad, ¿deben repetir lo que dicen sus maestros?
“La desesperación por estar en la cartelera”. Dios del cielo, la crítica recae ahora en la gente de la televisión, enamorados de sí mismos, que son capaces de hacer cualquier cosa antes que dejar el set. Y no les digo de comunicadores de diarios, que solo escriben para atacar a alguien, los que prefieren la carnecita en los medios. Servir al lector, con información confirmada, jamás. El periodismo como recurso para los tuits.
“No se vuelvan autorreferenciales”. No es poca cosa. Vivimos en la era del selfie. De la no lectura. Del no partido. Del individualismo. Ya hay varias generaciones de autorreferenciales.
Y en Perú, de todos los extractos posibles, acaso estas frases, sinceras y equilibradas, ante los obispos.
“La política está muy en crisis en Latinoamérica por corrupción. Gana la oposición, y acusa de corruptor al anterior, vuelve la otra y te acusa de corruptor a este. Y los dos tienen algo de razón. Entonces el juego político es muy difícil. A nosotros nos pone dificultad si queremos ser pastores. No es fácil evangelizar el mundo de la política, tampoco tenemos que claudicar. Pero tampoco en la denuncia claudicar: queda el arma de la persuasión, de la formación política, mil cosas. Pero no descuidemos eso porque es el futuro de la dirigencia de nuestros pueblos. Si quedamos en manos de gente que solamente entiende el lenguaje de la corrupción, estamos fritos, no hay de si que tenemos la oportunidad de meterle el aceite en la mano, como el obispo Dessi, se le pega la plata y todo”. “El fenómeno de los paraísos fiscales, cuyos locales están en América Latina… Qué pasó que en América Latina, que estaba buscando un camino hacia la patria grande, de la que soñamos, nuestro revés, de golpe, estos años es que esto no cuajó, causa de un capitalismo liberal deshumano donde se endeuda la gente”.
Pese a todo, el cristianismo es la religión más extensa del globo terráqueo. Leía en estos días el libro de Henri Tincq, Ces papes qui ont fait l’histoire (Stock, París, 2006). Esos papas que hicieron la historia. Juan Pablo II, Benedicto XVI y, por cierto, el Concilio Vaticano II. Y este Papa, me parece, entre ellos. Da que pensar, el primer pontífice nacido en Sudamérica. Y este es el momento en que el centro del mundo religioso ha girado hacia el sur. Lo que está en juego son las muchas interacciones entre una religión que se propone lo universal y ciertas culturas como la nuestra. Además hay costumbres, muy malas, de algunas culturas nacionales de este continente. Lo que también ha dicho Francisco es que el chisme es una forma de terrorismo.