Juan Carlos Valdivia

El Perú no es su bodega

El Perú no es su bodega
Juan Carlos Valdivia
26 de octubre del 2015

Sobre la reacción del presidente ante el fallo del TC contrario a la primera dama

Si el presidente considera que es normal la participación de su esposa “porque así sucede en las bodegas del Perú”, habría que preguntarle al candidato del nacionalismo, Milton Von Hesse, si él llevaba a su esposa a ayudarlo en su gestión del Ministerio de Vivienda, o si ella tendrá un rol activo en su campaña. Y si de llegar a ser electo Presidente de la República, su esposa asumiría el papel que hoy cumple Nadine Heredia, o quizás la señora Heredia siga manteniendo el papel de “poder tras el trono” que ha ejercido durante este quinquenio.

El presidente Humala nunca pudo comprender sus responsabilidades como Jefe de Estado. Su mirada autoritaria está en la idea de que el Perú es “como su bodega”, su propiedad, y por lo tanto puede hacer lo que quiera, como por ejemplo hacer participar a su esposa en el gobierno. Ha confundido la representación política de los ciudadanos con el emprendimiento de un negocio en el que puede dar empleo a su esposa, a su hermano, a sus amigos, a sus sobrinos o a sus compañeros de promoción.

Es esa mirada autoritaria la que lo hace sentirse propietario del Perú, la que no le produce ningún remordimiento al despedir a la procuradora Julia Príncipe, abogada del Estado que había acusado a su esposa, la señora Heredia, al no poder explicar el origen de una serie de fondos. Es que el Presidente Humala no parece conocer el concepto de conflicto de interés, que hubiera impedido a cualquier persona decente usar el poder que la ciudadanía le ha otorgado para favorecer a su esposa.

El mismo concepto autoritario se encuentra tras la idea que él debe defender a su esposa antes que al Estado de Derecho. La Constitución le ordena cumplir y hacer cumplir la Ley, así como hacer cumplir las sentencias judiciales. Sin embargo, él no tiene parámetros que le impidan intervenir con sus opiniones en procesos judiciales en los que su esposa es acusada, buscando influir en las decisiones de fiscales, y tampoco tiene problemas en reclamar cuando las sentencias no le son favorables a su esposa. De manera irresponsable, pone a su esposa antes que sus deberes como Jefe de Estado, y aún así dice que en el país no hay seguridad jurídica porque el Tribunal Constitucional no le da la razón a su cónyuge. En momentos de desaceleración económica, en los que debería buscar inversiones, el presidente pone por delante sus obligaciones maritales antes que los intereses del país.

La presencia de la señora Heredia ha sido un problema desde el inicio. No supo identificar cuál es su papel y buscó siempre hacer notar que ella está en el mismo nivel que su esposo. Su intromisión es constante y recién la oposición comienza a cuestionarla. El despido de la procuradora Príncipe no debería quedar impune. O se sanciona al premier Cateriano o se impone su reposición. Cualquiera de las dos decisiones haría notar que en el Perú existe un balance de poderes y que no estamos sometidos a los berrinches de la esposa del Presidente.

Por: Juan Carlos Valdivia

Juan Carlos Valdivia
26 de octubre del 2015

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