J. Eduardo Ponce Vivanco

El destino está en nuestras manos

El destino está en nuestras manos
J. Eduardo Ponce Vivanco
08 de abril del 2016

Los peruanos estamos hartos de retrocesos y experimentos fallidos

La famosa pregunta de Zavalita, el personaje de la novela de Vargas Llosa Conversación en la Catedral, sobre cuándo se malogró el Perú tiene dos respuestas: tantas veces como lo permitimos, consintiendo golpes y dictaduras; y tantas veces como elegimos malos gobernantes, aquellos que provocaron o no evitaron revoluciones desgraciadas.

En la historia reciente, ambos extremos se exacerbaron a partir del golpe militar de Juan Velasco Alvarado contra Belaunde, en 1968. Aldo Mariátegui lo resume vívidamente en El octavo ensayo, en el que recuerda que el presidente no hizo lo necesario para desarticular el desaforado movimiento revolucionario planificado por las Fuerzas Armadas, para imponer la dictadura socialista, confiscatoria y estatista que arruinó al Perú por varias décadas. A pesar de su agotamiento, ese gobierno quiso perpetuar sus nefastas reformas, negociando la aceptación de sus términos con los partidos que participaron en la Asamblea Constituyente y forzando ciertas garantías que fueron consagradas, especialmente, en el Régimen Económico de la Constitución de 1979 (Título III, Capítulo I, Principios Generales).

La planificación obligatoria y la actividad empresarial del Estado; el estímulo a las empresas autogestionarias y comunales, inspiradas en la Yugoslavia de Tito; o el “interés social” sujeto a la interpretación del poder político condicionaron al segundo gobierno de Belaunde y facilitaron los traumáticos desaciertos del primer gobierno de Alan García. Ninguno de ellos pudo conjurar la amenaza de Sendero Luminoso, que se gestó en los últimos años del docenio militar 1968-1980, ni el aparatoso descalabro económico del Perú. Paradójicamente, la convincente prédica liberal de Vargas Llosa inspiró el régimen económico de la Constitución de 1993, que revirtió la tendencia hacia abajo y propició el desarrollo ascendente y la estabilidad financiera que todavía disfrutamos.

En menos de dos siglos hemos tenido doce constituciones, al amparo de las cuales han proliferado muchísimas leyes y normas que maniataron el crecimiento económico y la prosperidad de la Nación. La mayoría de ellas nacieron de revoluciones y golpes de Estado. Sin embargo, a pesar del escenario postautogolpe del 5 de abril, la carta de 1993 se elaboró en una Asamblea Constituyente convenida con la OEA y elegida bajo su estricta supervisión. La Constitución Política aprobada entonces se ha convertido en la piedra angular del Estado de Derecho en el Perú moderno y ganador que todos anhelamos.

Buscar el cambio por el cambio es una frivolidad que suele infectar las elecciones democráticas. El irresponsable Trump lo promete tanto como lo hicieron Obama o el Podemos español (que recibió millones por asesorar al chavismo). Pero cambiar para peor sería propio de tontos. Los excesos suicidas de izquierda o derecha en EE.UU. y Europa son cosas que nadie quiere para el Perú, pues debemos proteger nuestro futuro de esas locuras insensatas.

Los peruanos estamos hartos de retrocesos y experimentos fallidos. El progreso logrado con esfuerzo y madurez rechaza el espejismo refundacional de candidatos como Mendoza y Santos, que proponen una nueva constitución. Quieren saltar al vacío o retomar el camino al abismo que hemos transitado una y otra vez. Fracasarán, sin duda. Pero la votación el 10 de abril debería minimizar su representación parlamentaria en beneficio de la gobernabilidad que necesitamos asegurar.
 

J. Eduardo Ponce Vivanco

 
J. Eduardo Ponce Vivanco
08 de abril del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Gravedad de la coyuntura internacional

Columnas

Gravedad de la coyuntura internacional

Aprovechando la Cumbre de las Américas, y antes que los ind&iac...

24 de junio
Mentiras en la Cumbre de las Américas

Columnas

Mentiras en la Cumbre de las Américas

En el Perú leemos con asombro que el Presidente Pedro Castillo ...

10 de junio
El Führer ruso

Columnas

El Führer ruso

Hace cuatro meses que el mundo civilizado observa con horror la devast...

27 de mayo

COMENTARIOS