Gustavo Rodríguez García

¿Cuándo entramos los liberales en la campaña?

¿Cuándo entramos los liberales en la campaña?
Gustavo Rodríguez García
14 de diciembre del 2015

Sobre la escasez de ideas liberales en la campaña electoral

En la variopinta gama de alternativas que vienen configurándose en el escenario político, llama la atención que no se asome candidato que propugne, de manera abierta, ideas liberales. Una reflexión sobre el particular me obliga a abordar la cuestión y hacer, en parte, una autocrítica. Hasta qué punto aquellos que creemos en el desarrollo económico derivado de la acción humana libre y espontánea no hemos hecho un esfuerzo comunicativo de exponer, en simple y para las masas, lo que significa apostar por el liberalismo.

Una primera idea que pulula por allí es la que asocia el liberalismo con el entreguismo, el mercantilismo e, incluso, como un antagónico a los intereses nacionales. La realidad es otra. Desde el liberalismo se apuesta por asignar al Estado un papel que pueda y deba desempeñar. Sin embargo, el progreso es gatillado desde abajo y no desde arriba. Así, lejos de creer en la venta indiscriminada de empresas para hacer caja, se cree en la eficiencia del aparato estatal y en devolver a la gente la capacidad de generar riqueza para sí misma.

Hacer que la gente tenga oportunidad de crecer implica desmontar aquellas barreras que inhiben su crecimiento. Por ejemplo, reducir impuestos para ensanchar la base de contribuyentes, para que la gente tenga incentivos para formalizarse y crezca con respaldo legal. Permitirles a las personas convertirse en empresarios viabiliza la generación de riqueza y contribuye no solo a incrementar la recaudación sino que permite atender temas cruciales como la generación de puestos de trabajo. Esos puestos de trabajo los crea el mercado y no el Estado artificialmente.

El liberalismo cree en el fortalecimiento institucional y en la soberanía del consumidor. Dentro de la agenda, deben analizarse aquellos subsidios presentes y desmontar aquellos que no tengan una justificación atendible. Esos subsidios distraen recursos de áreas de atención importantes y solo se sostienen, muchas veces, en pretensiones de igualdad que explotan en la cara de los peruanos más humildes. Una vez leí esta explicación: si usted tiene 50 soles y los gasta en el supermercado comprando lo que usted quiera, distribuye ingresos. Si luego viene un político y le sugiere redistribuir los ingresos, está contrariando lo que usted decidió elegir de manera soberana.

Es lamentable que el discurso político enfrente a empresarios con la gente humilde. El punto es que la gente humilde debe tener oportunidades para convertirse en empresarios de aquello que quieran. En ese sentido, una agenda liberal propugna el empoderamiento de los individuos y no el entreguismo de sus recursos. La vida misma es tan compleja que resulta iluso creer en seres iluminados que desde el aparato burocrático puedan ordenar las cosas de modo tal que se nos inmunice del cauce natural de la vida, esto es, de la vida en movimiento constante.

El liberalismo apuesta por el Estado de Derecho… pero tener más leyes no significa tener más o mejor Estado de Derecho. La idea es la de limitar el poder y no la de expresar el poder. Una agenda liberal debe mirar con malos ojos a las normativas que únicamente son expresiones de poder orientadas a confiscar o detraer la libertad de decisión a los individuos. Reducir costos de transacción y desburocratizar el aparato estatal son necesidades para devolver a los individuos al mercado.

Si la legalidad niega alternativas de financiamiento, por ejemplo, el tamaño de las empresas y la dimensión de los acuerdos serán más reducidos. ¿Por qué las fuerzas políticas no han mirado en los liberales a los socios estratégicos que los ayudarán a adoptar planes orientados al crecimiento y al desarrollo? Pues bien, porque al escuchar de liberalismo surgen fantasmas y unicornios que rápidamente suenan a autoritarismo, mercantilismo, “neoliberalismo” y una serie de términos que en nada reflejan el pensamiento liberal.

Creo que los que apostamos por la libertad tenemos que hacer un esfuerzo expositivo respecto de lo que pensamos. Hacer que lo que creemos llegue a la población. Pero el llamado a las fuerzas políticas para que sean receptivos es indispensable. No hay que subestimar a la gente. Este es un buen momento para empoderar a los individuos y devolverles su capacidad de generar riqueza. Este es un buen momento para apostar por el crecimiento mediante la promoción de la competencia libre. Este es un buen momento para que los liberales hagamos un esfuerzo por entrar en la campaña y para que las agrupaciones políticas adviertan la fuerza de las ideas que podría verse desaprovechada en sus emprendimientos electorales.

 

Por: Gustavo Rodríguez García

 
Gustavo Rodríguez García
14 de diciembre del 2015

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