Combinación explosiva

Vienen meses difíciles: El Niño con gobierno despistado, inseguridad y conflictos en alza.         En pocos meses, a un año del fin del mandato, desaparecerá el sustento constitucional de esa espada de Damocles que parece haber propiciado una inusual madurez casi unívoca en las dos esquinas de esa suerte de ring de cathascán (Smackdown para los que no peinan canas) a la que venimos asistiendo desde el 2011. Solo entonces sabremos si es verdad que uno se cortó la peluca y los otros colgaron la máscara.

Entretanto, todo parece indicar que la persistente beligerancia verbal, tarareando despistado la música que más le gustó de una fiesta que ya acabó, no le va a servir a nuestro presidente para encontrar quien baile con él en el ring. A decir verdad, ese  sonsonete beligerante, coordinado (¿good cop, bad cop?) o por ejercicio de genuino despiste político,  se avizora hoy como el menor de los problemas para la gestión de Pedro Cateriano.

Ya prácticamente todos aquellos economistas cuya opinión se ha ganado el respeto racional de los pensantes, han dejado claro que el entorno económico regional y mundial no va a mejorar pronto y que al empeñarse este gobierno en frenar nuestro crecimiento a la luz de lo que su irreal, alucinada e inexperta inventiva les aconsejó, se nos ha ido una vez más el último tren y habrá que andar a pie y a paso forzado el camino que viene por delante. La pobreza ya ha dejado de disminuir, el número de puestos de trabajo puede dejar de crecer al ritmo necesario.

Pero el mayor problema que se avizora, en este año pre electoral, es esa explosiva combinación de amenaza del fenómeno El Niño con gobierno despistado, creciente inseguridad con propuestas del gobierno que recuerdan a Marco buscando a su mamá, y una conflictividad social hábilmente manipulada por agentes de la añeja dictadura caribeña, con clara agenda de desmontaje institucional frente a un gobierno que no parece encontrar sus calzoncillos ni lugar funcional donde asentar un sombrero.

La capacidad de prevención y oportunidad de respuesta estatal ante los últimos fenómenos El Niño ha dejado siempre que desear, pero los niveles de impericia e improvisación infantil que caracterizan la actual gestión presidencial amenazan tener ribetes trágicos.

La inseguridad, como era lógico esperar, continúa creciendo, tanto en incidencia de crímenes como en la violencia de los mismos, amparada en la desmoralización policial y la creciente consolidación de la corrupción en los cuatro componentes de la función estatal de seguridad (Policía, Fiscalía, Poder Judicial y sistema carcelario). El actual Ministro del Interior llega al cargo con más conocimiento sistematizado del mundo del hampa, pero poco podrá hacer si el Presidente no decide de una vez regresar del País de Nunca Jamás.

Pero lo que amenaza con remecer la piscina, impidiéndole seguir disfrutando el nadar en estilo muertito, es el perfeccionamiento de la eficiencia antisistema esgrimida por aquellos agentes empeñados en ¨bolivianizar¨el país, para hacer un calvario los últimos meses de este gobierno y los primeros meses de quién gane el 2016 (su verdadera intención).

Por Dardo López-Dolz
14 - Abr - 2015