Alfonso Baella

Bancada errante

Bancada errante
Alfonso Baella
30 de enero del 2015

Acerca de las deserciones reiteradas en la bancada parlamentaria nacionalista

Llegar al Congreso de la República con 47 congresistas, perder 13, quedarte con 34, pero que en la madre de todas las votaciones -Ley Pulpin- solo 18 te acompañen y el resto te dé la espalda, es como para reflexionar seriamente. Estos resultados demuestran, objetivamente, que algo muy serio está ocurriendo con el manejo del grupo parlamentario nacionalista.

En primer lugar los congresistas de Gana Perú se ganaron su curul en la primera vuelta electoral, con “La Gran Transformación”. La adopción de “La Hoja de Ruta” fue el camino electoral para ganar la segunda vuelta. La diferencia entre una propuesta y otra ocasionó los primeros distanciamientos. La lógica de lo que se ofreció y lo que se terminó haciendo quizá nunca fue explicada políticamente y fue el origen de las primeras deserciones.

En segundo lugar quienes fueron al congreso en las listas de Gana Perú no son, salvo excepciones, hombres de partido, unidos por una ideología, valores o principios doctrinarios. Una buena parte de ellos fueron reclutas de última hora puestos en la lista no en base al  mérito o la trayectoria política sino a otras consideraciones. Cada uno, más bien, con su “propia” hoja de ruta. Es difícil imaginar la conducción de un grupo humano tan disímil sin un líder.

En tercer lugar al parecer el manejo de la bancada no ha sido el adecuado. La digitación desde palacio –que podría haber sido hasta positiva debido justamente a lo variopinto de su naturaleza- ha terminado generando dudas, resentimientos y el surgimiento de corrientes internas cada vez más distantes. El caso más evidente fue la “elección” de Ana María Solórzano como presidenta de la mesa directiva. Esa imposición abrió no sólo un flanco sino una herida que, lejos de cerrar, crece.

Finalmente, el poco cuidado en las formas democráticas. Casi todos los que se fueron de Gana Perú recibieron no las gracias sino una batería de calificativos poco fraternos. Se les ha dicho desde ratas hasta desleales y, en el caso del congresista Tejada, por ejemplo, su padre fue cesado del trabajo que tenía en un ministerio, en lo que parece una represalia de bajísima calaña y también una advertencia a los que amenazan irse.

La política es el arte de lo posible pero el diálogo es indispensable. Una bancada, aún cuando puede manejarse como un escuadrón, requiere respeto para sus integrantes, consideración hacia los electores que representan esos parlamentarios y, sobre todo, liderazgo político. El gobierno se ha abierto internamente otro frente más. Ya no bastan las llamadas de palacio para alinear una votación. Inclusive parece que esas llamadas son cada vez más contraproducentes. Cada día se hace más indispensable dejar los enfrentamientos y caprichos, volver a la búsqueda del consenso y al respeto por las personas. Una bancada errante es lo menos conveniente para el país y lo más peligroso para la democracia.

Por: Alfonso Baella Herrera
(30 - Ene - 2015)

Alfonso Baella
30 de enero del 2015

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