Gustavo Rodríguez García

¿Aversión al riesgo?

¿Aversión al riesgo?
Gustavo Rodríguez García
31 de julio del 2014

Sobre reciente mensaje a la nación del presidente de la república

El presidente hizo una enumeración de cuestiones pero no dio, a mi entender, el salto hacia las acciones concretas y eso podría revelar una fuerte aversión al riesgo por parte del gobierno. Me explico. Cuando uno toma partido por algo y lo defiende, se expone de alguna manera a la crítica. La crítica, sin embargo, no debe ser vista como algo esencialmente negativo en tanto sea constructiva y nos permita iniciar un debate serio sobre las necesidades del país y las vías para atender tales necesidades.

El problema de fondo, a mi juicio, es que el presidente no apostó por alguna medida que de forma decidida tomara partido por respuestas concretas a problemas reales. Para decirlo en otros términos, los planteamientos parecieron absolutamente tibios y, en verdad, en varios puntos, absolutamente fríos. Permítanme poner dos ejemplos concretos. El primero de ellos tiene que ver con los comentarios relativos a seguridad ciudadana. Es evidente que poner a más personas en la cárcel tiene alguna incidencia en la tasa de criminalidad pero… ¿qué hay de la infraestructura penitenciaria en el Perú?

El presidente pudo apostar de forma decidida por el camino hacia la instauración de un modelo de penales administrados por empresas privadas. Por supuesto, aquellos que se oponen a todo lo privado como si fuera expresión del “neoliberalismo” (¿?) criticarían un anuncio semejante pero, al menos, revelaría una toma de decisión respecto de un tema que merece ser atendido de forma prioritaria. No es secreto que las condiciones carcelarias en nuestro país son absolutamente pobres (por no decir, inhumanas).

Otro caso: el presidente anunció la creación del Instituto Nacional de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células con la finalidad de, entre otras cosas, “promover la donación”. El problema es que la donación, y esto es evidente, no genera incentivos suficientes para que las personas decidan hacer algo por cubrir la elevada demanda de órganos de pacientes que los necesitan. ¿Por qué no pensar en habilitar un mercado de compra y venta de órganos supervisado por el Estado y sujeto a cierta regulación mínima?

Nuevamente, semejante propuesta sería polémica y abriría camino a un debate intenso. Pero al menos existiría un debate respecto de propuestas que van “a la yugular” de ciertos problemas. Y ese es el meollo del asunto, a mi juicio: pareciera que por tratar de evitar problemas, el discurso fue especialmente tibio. Lo políticamente correcto pareciera haber conducido el discurso hacia lo gaseoso y enumerativo. Se advierte, en el fondo, una fuerte aversión al riesgo en un momento en el que el oficialismo casi pierde la conducción de la Mesa Directiva del Congreso y en el que existen fuertes cuestionamientos respecto de la forma en la que se conduciría, no solo el país en general, sino el partido de gobierno en específico. Es bueno ser conciliador, pero ello no debe confundirse con la inacción.

Por Gustavo Rodríguez García

Gustavo Rodríguez García
31 de julio del 2014

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