J. Eduardo Ponce Vivanco
¿Violencia espontánea o provocada por incendiarios?
Sobre las revueltas que encendieron Ecuador, Chile y Bolivia
Los que han negado la capacidad del castrochavismo para soliviantar a la región no dieron crédito a las declaraciones de Maduro y Cabello sobre el “huracán bolivariano” (iniciado con modestas “brisitas”) desarrollado en una indiscutible secuencia:
- ¿No fomentó Correa el vandalismo indígena que obligó a Lenin Moreno a refugiarse en Guayaquil para atrincherar a su gobierno? ¿No visitó Caracas para conversar largamente con Maduro sobre las desgracias del “neoliberalismo” en la región, y su agresión contra el “bolivarianismo” (caricaturesco) y el Socialismo del Siglo XXI (https://youtu.be/oO8ajQettRc)? ¿No propalaron esa conversación “magistral” en Telesur, RT (la CNN de Putin) y la prensa cubana? ¿No participaron los correístas en la revuelta indígena? ¿No se indignaron porque Moreno terminó con las políticas de Correa, liquidó UNASUR y se sumó a la iniciativa chilena de reemplazarla con PROSUR? ¿No fue el primero en abandonar el ALBA, denunciar la corrupción de Correa y acercarse a la Alianza del Pacífico? El levantamiento indígena ecuatoriano fue el primer incendio regional por aumentar el precio de los combustibles y liquidar un enorme subsidio que empobrecía a los más pobres. Fue el pretexto que Correa esperaba para castigar a su sucesor por traicionar al chavismo. ¿Acaso la turba indígena no pretendía provocar los muertos propios de los toques de queda?
- El éxito de la política de apertura económica, competencia y libre mercado que Chile continuó practicando después de la dictadura de Pinochet contrastan con las miserias del socialismo castrochavista. ¿No es lógico entonces que Chile haya sido el segundo objetivo de una operación para que las izquierdas retomen la región? ¿Acaso la escasez en el gobierno de Allende no fue causa del golpe militar y las correcciones económicas frente a una situación calamitosa? ¿Hay proporción entre el aumento de la tarifa del metro y el vandalismo que destrozó Santiago con los 20 muertos que provocó la barbarie? ¿Era posible sostener esa prolongada movilización sin otro soporte que la “espontaneidad” del movimiento juvenil?
- ¿No es evidente que los levantamientos en Ecuador y Chile han sido el inicio de la operación montada por Evo Morales desde que “su” Tribunal Electoral le permitió postular a otra reelección? Por el valor geopolítico de su posición central en Sudamérica, y por haber sido la mejor entre las economías del SS. XXI, la Bolivia de Evo es vital para la estrategia regional del castrochavismo. Antes que se anunciara el resultado fraudulento de la primera vuelta, Evo descalificó a los observadores de la OEA que emitieron el informe que motivó la convocatoria del Consejo Permanente para aplicar la Carta Democrática Interamericana. Morales copia a Maduro para frustrar la acción de la OEA y la comunidad internacional, denunciando una agresión externa. Grita que “la derecha no volverá jamás”, acusa a Mesa del fraude que él ha cometido, y lo califica de “cobarde y delincuente”. Es el cínico libreto que enseña La Habana.
- Así como Lenin Moreno retrocedió y mantuvo el subsidio a los combustibles, Piñera anunció un oneroso programa de reformas. Ambos rectificaron medidas económicas justificadas (que podrían haber sido fácilmente perfeccionadas).
- El oprobioso premio a la violencia como mecanismo eficaz para obtener resultados del gusto popular (aunque dañen al pueblo) es uno de elementos que ensombrecen el ambiente en que se realizarán las elecciones argentinas, que amenazan con restaurar el peronismo kirchnerista en un país donde la corrupción - que Cristina encarna- parece un activo de singular arraigo.
Algunos tienden a considerar que la desigualdad (casi) justifica la violencia. No reparan en que, a pesar de ser odiosa, la desigualdad social es tan natural como los talentos y defectos de los seres humanos que la originan. Las utopías igualitarias han causado tanta destrucción y caos como las guerras. El contrato social para garantizar la paz y las libertades que las constituciones democráticas consagran contiene los mecanismos para que la autoridad elegida defienda a la sociedad utilizando el monopolio de la violencia que detentan los gobiernos que nacen de elecciones libres y limpias.
Como gestor y coordinador del Grupo de Lima, el Perú deberá liderar una posición inequívoca para demostrar que nuestra política exterior sigue siendo una política de Estado, tanto en el caso de Venezuela como en el de Bolivia.
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