Si no está roto, no trates de arreglarlo

 

La vida contemporánea provee una herramienta para la solución racional y eficaz de problemas: la data. Es decir, la disponibilidad de información racionalmente cuantificada y al alcance de los dedos en un dispositivo, en cualquier momento y en cualquier lugar con conectividad. 

Si los votantes leyeran (por lo menos como leíamos hasta los setenta y ochenta), la existencia de data accesible debería bastar, para descartar candidatos de historia personal poco deseable. Y también utopías políticas con resultados comprobada y reiteradamente desastrosos en diversos lugares del planeta, cuyas cifras han sido racionalmente sistematizadas. Tengamos presente siempre que la matemática no es opinable.

Lo dicho en el párrafo anterior aplica también para la labor de legisladores y funcionarios, que presurosos por captar o recuperar el afecto de sus votantes —o de su jefe funcional, por temor a la prensa o a su jefe virtual contemporáneo—, para demostrar que algo están haciendo, no solo no dedican el esfuerzo necesario a la investigación de la data existente en la materia, sino que agudizan su creatividad señalando causas sin comprobación previa o diseñando “soluciones” para problemas inexistentes. Lo que además de no resolver nada, acaba empeorando otros problemas que sí existen. Esto último no es un problema local: la frase “ If is not broken, don´t fix it” es de uso mundial, pero es un signo reiterado del mal uso de la creatividad criolla, de la que tan orgullosos estamos los peruanos.

Enumero algunos casos. Reiteradamente se señala a los tramitadores como causa de la corrupción, cuando el verdadero caldo de cultivo es generado por la combinación de un trámite engorroso y la discrecionalidad otorgada al funcionario llamado a decidir. La discrecionalidad lleva siempre a abuso, discriminación y corrupción; el listado taxativo de requisitos es claramente deseable.

Exigir carácter personalísimo a la presentación de expedientes, cuando el resto del planeta lo hace en línea, consume tiempo (uno de los recursos más escasos en el mundo de hoy) y estimula el incumplimiento, la informalidad y la búsqueda de atajos ilegales. Por ejemplo, en el caso de las licencias de conducir, licencias y tarjetas de propiedad de armas, lo único que debiera ser personalísimo son los exámenes previos y el acceso inicial al arma adquirida. El documento podría ser remitido vía courier, como ya hace la banca con las tarjetas de crédito, sin ningún problema.

A diario vemos policías en moto con linternas haciendo señales innecesarias al tráfico que circula o parados bajo semáforos, llevándoles la contra y armando un pandemonio en el tráfico.

La insistencia en el bloqueo de comunicación celular en los penales es otro ejemplo de medida que ha fracasado en el mundo, dando lugar a la intervención legal sistemática de las comunicaciones en los penales, con excelentes resultados en la desarticulación de bandas.

La insistencia recurrente en el acceso legal a armas de fuego es una política cuya ineficacia ha sido demostrada estadísticamente, mientras que lo opuesto, la simplificación burocrática del acceso a personas honestas y capacitadas ha dado por resultado la disminución de crímenes violentos

La insistencia en la compra estatal de equipamiento y sistemas que usualmente acaban siendo obsoletos cuando, después del larguísimo proceso de adquisición, finalmente se instalan, es una costumbre que debiera ser remplazada por la contratación de servicios, como hacen las democracias sólidas del mundo, para no quedar a la saga del cambio tecnológico.

En fin la lista es larga y el espacio del artículo es corto. Solo los tontos y los locos pretenden alcanzar resultados distintos haciendo más de lo mismo.